Algo muy de moda por desgracia, digo del significado de la segunda palabra, gripe, que de la primera, ni rastro encontré en la RAE. Por tanto, en la segunda parte del encabezamiento, mismamente quien les escribe, en ella que anda metido, les va a tratar de dar las consecuencias y afecciones de la misma en el pedaleo.
¡Pero si los ciclistas nunca os ponéis malos! Pues anda que no. Me lo pregunten… y verán que esta semana no tengo otra cosa que describir del pasado fin de semana, en el cual no pisé ni el trozo de acerado de casa necesario para llegar al buzón y recoger los dos ejemplares de prensa que en él, suelo encontrar cada sábado, que no sea lo que sigue.
Sí, a pensar me dio tiempo, entre sueño y sueño, he de reconocer que dormí tanto como un lactante de seis meses, pero no por ello, dejé de pensar como les digo en extraer experiencias y/o, averiguar o conocer qué fallos cometemos, para que estos virus se nos adentren, rompan nuestras despiertas defensas, nos dobleguen y consigan lo que ni el mejor de los consejos de nuestras compañeras, las bicis no, las otras, aludiendo a que: “¡Hace un día de frío!, anda podríais quedaros en casa…” Y no nos quedamos. Pues en esta ocasión, sí. Varios días encerrado en casita y tiradas por la borda ilusiones y horas de entrenamiento por culpa de la “ciclogénesis gripal” inoportuna.
Las inscripciones en Morón de la Frontera, nos llevaron más tiempo del previsto. Con intención de aprovechar el corto espacio de tiempo entre nuestra llegada, y la puesta en línea de los corredores, me he cambiado y preparado para el pedaleo y de inmediato acudía a recoger el dorsal. Pero al Jurado Técnico se le complicaron las inscripciones y no pudieron darle rápida solución a las problemáticas surgidas, con poca ropa de abrigo preparado sólo para el pedaleo, más de media hora a muy escasos grados que teníamos de temperatura ambiente. El enfriamiento llegó.
La aglomeración de personas intentando todos alcanzar lo más prontamente su dorsal, ciclistas y familiares, unos cerrando espacios para que ningún “especialista” se colase otros acercándose al calor del grupo, otros sin poder retener los excesos provocados por las desequilibradas dietas, en las cuales se suelen ingerir antes de una prueba gran cantidad de hidratos… con sus fatídicos resultados. Todo ello recapacitándolo ahora, creo, propició la propagación de los virus, se ve que éstos, no queriendo pasar tampoco mucho frío… apenas eran expelidos por algunos de sus inconformes portadores, rápidamente se agarraban al primero que cogían y allí se hacían de nuevo fuertes, conquistando nuevas fronteras, con la misma decisión, con la que el Emperador Trajano conquistara la Dacia.
Soportado el enfriamiento, cargados y adentrándose en el territorio los invencibles virus, no tenían más trabajo que esperar, acomodados ya y a buena temperatura. Más aún cuando además, ocupadas como estaban las defensas en reparar los daños ocasionados por el intenso esfuerzo de la propia competición, el frente de los virus quedaba desguarnecido, el camino hasta los mismos bronquios quedó expedito.
En la mañana del miércoles siguiente, con el despertar de las primeras luces del día… El desastre estaba palpable. Trescientos kilómetros, pedaleo seguidos y no tengo el mal cuerpo que, muy en contra de mi voluntad, a duras penas se ponía en pie. Casi a una semana vista, la lucha se ha recrudecido, parece ser que los virus remiten en fuerza y empuje, el campo de batalla da fieles muestras de la feroz trifulca que está aconteciendo, las bajas en pañuelos de papel, son incontables, por no decir de las que quedaron en los mismos montes o en el duro territorio de roca.
Ha tenido que ser suspendido, todo tipo de actividad, incluido el pedaleo. Algo que no acontecía desde hace mucho tiempo atrás. Menos mal que San Valentín, está por visitarnos una año más. El amor. Su amor. Será clave en la resolución el conflicto.