En 1967, el régimen político existente en España se preguntó: “¿Después de Franco, qué?”. Se intenta un régimen continuista recogido de la Ley Orgánica del Estado que es aprobada con el 98 por ciento de los votos favorables de los españoles mayores de 21 años.
Pero esta previsión fracasó, debido a varias causas: el asesinato de Carrero Blanco; la oposición de parte de la Iglesia, los cardenales Tarancón y Añoveros, los padres Martín Patiño y José María Llanes y bastantes sacerdotes seguidores de éstos; parte de la prensa –Cambio 16, Mundo Obrero y Cuadernos para el Diálogo–.
La renta de los españoles se duplica. España se convierte en la décima potencia industrial del mundo. Aumenta considerablemente la clase media. La mujer se incorpora al mundo del trabajo y a la Universidad. Así las cosas, hay un cambio colectivo en la mentalidad de los españoles que ven un desajuste entre la realidad social y política de España y desean parecerse más a Europa.
La respuesta que dio el régimen a ese deseo fue lo que se llamó “la Apertura”, aprobación de una serie de leyes que fueron insuficientes para la organizada Junta Democrática: PC, PT, PSP y CC OO, y para la Plataforma Democrática formada por PSOE, Izquierda Democrática, ORT y el Partido Carlista. Así, como gran número de universitarios y trabajadores de grandes fábricas que llevan a cabo numerosas manifestaciones reivindicando democracia.
Tras la muerte de Franco, en noviembre de 1975, Don Juan Carlos, ocupa la Jefatura del Estado a título de Rey, que incluye principios democráticos tan importantes como la Soberanía Popular, la Supremacía de la Ley, inviolabilidad de los Derechos Fundamentales de la Persona, Restaurar el Sufragio Universal y aceptar el Pluralismo Político.
Adolfo Suárez fue, ni más ni menos, que el hombre apropiado en el momento oportuno y con la aptitudes necesarias para desmontar el régimen al que había pertenecido, propiciar una amnistía política, dirigir la elaboración de una Constitución que se llamó de la Concordia, realizar el Consenso Político, hacer los Pactos de la Moncloa…
Martín Villa diría: “La transición podía compararse con la realización de una gran película, en la que el Rey fue el Empresario. Torcuato el Director, Suárez el actor y el pueblo español el espectador que tanto aplaudió”.
A Adolfo Suárez se le ha llamado “El Arquitecto del cambio”, “el Don Quijote que peleó contra los molinos”, “el Gary Cooper, por su valiente papel ante los tricornios del 23 F en el Congreso”… Pero frente a estos piropos, por la feroz oposición que le hizo el PSOE, también se le llamó en sede Parlamentaria, por un destacadísimo socialista, “Tahúr del Mississippi”.
Para concurrir a las primeras elecciones democráticas celebradas el 15 de junio de 1977, tuvo que hacerse con un partido, la UCD, que fue una coalición entre Azules, Socialdemócratas, Liberales y Democristianos. Y ahí participamos un grupo de antequeranos, promovidos por Francisco de la Torre, actual alcalde de Málaga e Ignacio Huelin (senador ya fallecido). Fuimos concejales Ramón Guerrero, Eduardo Eyrás, Rafael García y yo, como teniente de alcalde y diputado provincial, que formamos grupo con los “independientes” que lideró el tan querido y llorado José María González.
Fuimos bastantes (a los que no puedo citar a todos) los que en la Comarca y Anejos, coordinados por Pepe Gálvez, servimos con altruismo, sin pedir nada a cambio, los que preferimos el trabajo y el estudio a trepar en política, como fue mi caso al no aceptar ser nombrado Gobernador Civil.
Después de lo visto en TV y leído en la prensa sobre Suárez, recordar que aunque de todos es sabido que la muerte embellece la memoria del difunto (a veces sincera, a veces hipócritamente), lo que más me ha molestado es ver que los que en su día me consta que lo despreciaron, ahora le aplauden.
Yo que he conocido personalmente a Suárez, Calvo Sotelo y Aznar y a un gran número de sus ministros con los que he compartido mítines y conferencias, les digo que si bien la mayoría me causaron una excelente impresión, Suárez, sin duda, me resultó el más atractivo y simpático.
Descanse en paz, el hombre que fue Jefe de Acción Católica, Gobernador Civil, Director General de TVE, Ministro y Presidente de Gobierno. Quizá conociendo su obra, algunos puedan entender que un hombre confeso de derechas, como lo soy yo, participase desde mi modestia en una obra política tan admirada por el mundo.
SALVADOR CASAUS HAZAÑAS