El último adiós al héroe José Gil Gutiérrez ha pasado del silencio, por el respeto por su muerte trágica, al llegar a la iglesia parroquial del Carmen (que se quedó pequeña ante tanto familiar, amigo, compañero y autoridades), culminando con una fuerte ovación de despedida al salir su féretro a hombros de sus compañeros bajo la bandera del cuerpo de bomberos.
Desde las 15,30 horas fue llegando gente al templo antequerano, acudiendo autoridades como la propia presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz; el presidente del PP Andaluz, Juanma Moreno; el líder de Ciudadanos Juan Marín, la consejera Rosa Aguilar; el delegado del Gobierno Andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo; el presidente de la Diputación Provincial Elías Bendodo, así como alcaldes de la Comarca que acompañaban al de Antequera, Manuel Barón, entre ellos el de Campillos, Francisco Guerrero.
Silencio al llegar el coche fúnebre que al parar en la entrada, fue portado por sus compañeros de profesión. Ya en el interior, comenzó la celebración religiosa presidida por el arcipreste de la ciudad, Antonio Fernández.
«La muerte de José ha sido inesperada y trágica y es normal que nos preguntemos por qué ha ocurrido», expuso el sacerdote. «Antequera está de luto por sus bomberos antequeranos, de los que siempre debemos pensar en ellos porque estamos orgullosos de su misión».
«José ha dado la vida por nosotros como Jesucristo. Nos abre una puerta de esperanza. Con la muerte no termina la muerte del hombre. Cristo Resucitado les abre las puertas del Cielo».
Para finalizar, agradeció a todas las fuerzas de seguridad y de emergencias presentes: «Habéis acudido a las emergencias de nuestra Comarca. Sabemos que siempre estáis ahí… Salváis a personas que están en riesgo».
Al término, silencio sepulcral hasta el momento en el que salió el cuerpo sin vida del templo, arrancando una fuerte ovación unánime de todos los presentes que la mantuvieron hasta que el coche fúnebre se fue.
Impresionante cómo estaba el templo, lleno, hasta tal punto que se tuvieron que dejar las puertas abiertas porque el público se quedó hasta fuera de la iglesia. Entre los que lo llenaban, bomberos de todas partes, especialmente de todas las provincias de Andalucía.
Era la despedida de una ciudad, de un grupo de profesionales, de representantes de toda Andalucía que agradecían una vida entregada como bombero y que terminó con su vida por salvar a los demás, siendo un héroe por cómo arriesgó su vida misma.