viernes 22 noviembre 2024
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Antequera ha padecido la muerte de 140 personas durante el estado de alerta, 67 más que en 2019

Desde el viernes 13 de marzo hasta el domingo 31 de mayo, han fallecido en Antequera 140 personas (67 más que en el mismo período del pasado año 2019), en las semanas que van desde el anuncio del inicio del estado de alerta sanitaria hasta el fin de la fase 1. El número se refiere a cualquier tipo de defunción en el término municipal, no quiere decir que sea por coronavirus.

Mucho se ha temido y hablado del COVID-19, pero han sido muchas más pérdidas por otras cuestiones: el cáncer (que ha sido la razón más confirmada por familiares con los que hemos podido contactar para esta noticia y reportaje de las próximas páginas), infartos de corazón, ictus, entre otras enfermedades que como cada día, nos golpean con duras noticias. 

Esta cifra en concreto, 140, ha sido obtenida tras consultar diferentes registros y entidades públicas que atienden trámites de defunciones desde la muerte hasta su despedida. Esperamos la respuesta de otros organismos oficiales, definitivos del Instituto Nacional de Estadística, así como empresas privadas que han recurrido a la ley de protección de datos y no ofrecer ninguna referencia. 

De ellas, la Junta de Andalucía cifra oficialmente en 11 los que fallecieron de la ciudad de Antequera por COVID-19, pero se estima que fueron más casos por la falta de pruebas previas y posteriores, y los síntomas evidentes de problemas respiratorios asociados al coronavirus. Desde que empezara la pandemia hasta que escribimos estas líneas, se ha pasado de conocer los test en 8 horas a 3 días, así como en los diez días más tensos, apenas daba tiempo de realizar y confirmar pruebas, ante la complejidad de la situación que no se había vivido hasta ahora.

 

 

Sin poder comunicar su fallecimiento

Estas 140 personas han fallecido la mayoría en silencio, ya que el estado de alerta sanitaria establece que no pueden tener un acompañante durante su estancia en hospitales, estar en el momento del fallecimiento, ver al ser querido tras el óbito (si era positivo o tenía evidencias de poder serlo, incluso en los días más críticos que fueron en Semana Santa), velarlo, comunicarlo públicamente para evitar concentraciones que pudieran provocar contagios.

Tampoco, hasta el inicio de la primera fase, despedirlo en un templo, estar en el momento de la cremación o “se restringe a un máximo de tres familiares o allegados” más una persona del ámbito religioso si procede en el entierro en el Cementerio, que se va incrementando en cada fase hasta que regrese a la normalidad. Esto ha sido muy duro, ya que en familias con varios hijos, hermanos o nietos, han tenido que elegir quién podía entrar a la despedida. Mientras, los demás en el coche, a varios metros, para al menos ver cómo llegaba el coche fúnebre o salían la familia.

Morir en el Hospital, una residencia o en casa

En los últimos 100 años, ha sido la tercera “época de guerra” por el número de fallecimientos tras la Gripe Española de 1918 a 1920 y la Guerra Civil de 1936 a 1939. Más de 27.000 en todo el territorio nacional, según el Gobierno, aunque ahora se van exponiendo más elevadas. Es la primera gran crisis de muertes en el siglo XXI.

La psicosis que ha provocado el coronavirus ha llevado a muchas personas a pensarse dos veces si acudir o no al Hospital por entender que era un claro lugar de infecciones. Esto habría podido incrementar lesiones o fallecimientos en casa; o los familiares, al saber que su ser querido tenía avanzada otra enfermedad y el final era inevitable, optara por quedarse en casa para poder estar con él en sus últimos momentos.

También ha habido casos confirmados de COVID-19 como en la Residencia de San Juan de Dios, donde se tuvo que aislar una planta, y de las cinco defunciones totales en esta fase, dos al menos serían por esta pandemia. Hubo muertes en otras, pero por otras causas. En todos los casos, al cerrarse las residencias para cualquier visita, murieron con el personal del lugar.

Por ello, estas restricciones sanitarias tan estrictas han provocado un doble drama en las 140 defunciones: su muerte y cómo se han despedido. Quienes han terminado sus días en el edificio hospitalario, los familiares no han podido estar a su lado y en la mayoría de los casos ni verlos después. 

Ahí ha surgido la humanidad de los profesionales que han hecho todo lo posible porque no fallecieran solos, darles la mano, incluso a veces dejándose llevar por el corazón y acercándose todo lo que pudieron. “No somos familia de sangre, pero lo hemos sido en sus últimos momentos; a pesar del riesgo que corríamos, nos poníamos en el lugar de sus familiares, y si sabíamos que iba a expirar, no les dejábamos solos”, comparte emocionado un sanitario hospitalario.

Pero la duda la tienen muchos familiares, que recibieron el trágico desenlace por teléfono y en los casos positivos y sospechosos, no pudieron ver al finado por posible contagio. Hubo familiares que lo intentaron, algunos lo consiguieron bajo su responsabilidad, otros pudieron verlos 5 minutos; pero la mayoría no pudieron despedirse ya sin vida.

El siguiente trauma ha sido no poder velarlo, quedando el cuerpo sin vida en cámaras frigoríficas o no tener que esperar las 24 horas pertinentes y acelerar el proceso de inmediato o tener las cenizas durante días. 

Desde la primera fase, se reabrió el Tanatorio de 8 a 22 horas, con la limitación de 5 personas por sala; y ahora en la 2, a 8. Desde el 18 de mayo ya se pueden despedir en un templo, pero con limitaciones de aforo.

El Cementerio Municipal estuvo cerrado para las visitas hasta el 25 de mayo. Puede que la limitación de personas en los entierros, las precauciones por si fueran casos positivos haya reducido el habitual entierro con féretro, habiendo reducido a seis inhumaciones. Ante ello, la cremación ha sido el proceso elegido durante estas semanas. La mayoría de las familias están esperando poder convocar una despedida pública. Hay personas que tienen las cenizas en casa hasta que puedan dejarlas en columbarios y así despedirles. 

Hasta aquí los datos que hemos recabado, en las próximas páginas, los testimonios de cómo han sido los días.

Más información, próximas ediciones www.elsoldeantequera.com y de papel, el sábado 6 de junio de 2020 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción). 
 
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