sábado 27 abril 2024
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Antequera, preparada para vivir con pasión la Semana Santa de 2024, la del “reencuentro”

Escribimos estas páginas en los últimos desvelos por concluir este libro que aglutina el esfuerzo de los cofrades y de la ciudad para abrir las puertas de templos y establecimientos por y para la Semana Santa de Antequera de 2024.

Y lo hacemos cargados de sentimientos que vuelven a revivirse de lo que pasó en 1924, 1949, 1974 y 1999. Sentimientos que siempre se deben de tener presentes porque lo que hoy vivimos es gracias a la herencia de los que estuvieron antes. Pero con el deber de dejar una base más sólida porque es lo que se encontrarán los que vienen detrás nuestra.

Esta Semana Santa transcurrirá desde el Domingo de Ramos 24 de marzo, al de Resurrección, 31 de marzo. Seguiremos con el horario de invierno por lo que el sol acompañará menos a las procesiones. Lo hacemos en una época de sequía, aunque llevamos tres meses de año muy esperanzadores si los comparamos con los de los últimos años. Y unos tiempos donde cofrades optan por viajar por otras ciudades y dejar sólo su tierra para el día de su cofradía. Algo que beneficia también a la ciudad, por otro lado, al recibir visitas de otras localidades.

Una Semana Santa que tiene como cartel anunciador una pintura del artista paisano Ángel Calle Matas, que fue desvelado por el cofrade Salvador Cruzado Castillo, el pasado 27 de enero en la barroca iglesia del Carmen. Y que llega al culmen de su exaltación con el pregón, a cargo de Elena María Melero Muñoz. Maestra, concejal del Ayuntamiento desde 2019 quien con 39 años se encargaría de pregonar la Semana Santa el sábado 16 de marzo.

Así está la ciudad
Con 42.009 habitantes, Antequera está en un momento de expectación de futuro económico con la puesta en marcha del Puerto Seco, un centro logístico que unirá el Puerto de Algeciras con Europa a través de las comunicaciones férreas y por carretera. Ojalá este auge se vea respondido también con el reclamo de visitas de personas que vengan a conocernos gracias a estas nuevas redes de comunicación.

Una ciudad que cada día vive más para el turismo, con la hostelería como gran reclamo en la calle. Un municipio que sigue con el soporte del campo, con reivindicaciones por el sistema actual.

Una ciudad en la que las cofradías siguen aumentando su protagonismo, no sólo por preparar la Semana Santa, sino por formar parte de las actividades anuales y en muchos casos, ser las responsables que las iglesias de sus sedes sigan abiertas, ante la falta de vocaciones religiosas que llevan al cierre de templos donde no hay hermandades. El último caso, Las Catalinas, que nos dejaron el 16 de octubre de 2023. Pero dentro de las buenas noticias, la Agrupación de Cofradías podría reabrir Madre de Dios, cerrada desde que las agustinas se fueron en 2004.

Las cofradías, hoy
Vivimos una época en la que se han rejuvenecido la mayoría de juntas directivas y las dirigen personas muy jóvenes si las comparamos con épocas anteriores. Las cofradías están inmersas en grandes proyectos de renovación de sus tronos y cuerpo procesional, contando con un respaldo económico importante del Ayuntamiento y actividades que promueven para recaudar fondos. Se aumenta el número de hermanacos en sus andas, superando ya dos de ellas, el centenar. Cada vez hay más actos además de los cultos, con una tendencia de grandes altares cuaresmales.

En ellas se tiende a la comunicación por las redes sociales propias, dejando atrás la invitación o comunicación por carta como método tradicional. En estos actos paralelos, se tiende a ser más propios, escaseando la presencia de otras cofradías como venía siendo habitual hasta la fecha. Hay veces que no caen en lo que perjudica que los promuevan los mismos días y horas.

Unos tiempos donde se alude a citas bíblicas, pero algunas veces no se actúa con carisma cristiano al seguir esa tendencia generalizada de la sociedad de hoy de o estás conmigo o estás contra mí. Una época en la que se preparan los tronos, se visten las imágenes y recargamos de significados cualquier acción, desde un altar a un cartel o el exorno floral. Unos años en los que se ha notado la pandemia y salvo algunos casos, se merman cada año las recordadas amplias filas de penitentes. Ya hay hermandades que han iniciado campañas para recuperar o potenciar la figura del penitente.

El ejemplo del acuerdo
del Viernes Santo
Pero como todo en la vida, hay que quedarse con lo positivo. El acuerdo de las tres cofradías del Viernes Santo en ponerse de acuerdo para que haya “encuentro” en San Sebastián entre la Virgen de la Paz y la del Socorro. Hay voluntad. Un gesto muy bien recibido porque tras años donde las cofradías son noticia por diferencias internas en cabildos y elecciones, que hagan un comunicado en común y en positivo, es de resaltar.

Utilizamos los cabildos y los estatutos como si fueran catecismos… sin caer en que no son la Biblia, a la que se tendría que acudir más no para citar, sino para actuar en ejemplo y consonancia. Cierto es que una cofradía tiene sus órganos de poder y sus juntas de gobierno son las que trabajan todo el año. Pero, ¿y el carácter público de la fe? Ahí están las aceras, las gentes que salen movidos por la devoción que les atrae. En la vida, hay momentos en los que hay que pensar más en los demás que en nosotros.

Sea por tanto esta Semana Santa la del “reencuentro”. Ojalá sea el inicio de recuperar los otros “encuentros” que anhelan los devotos anónimos, los cofrades de la vida, de los barrios, de los sentimientos, los que tienen esa estampita con la que rezan y dan gracias a los titulares que luego los cofrades se encargan de procesionar. No sólo nos referimos a los “encuentros” como los de Santiago y San Sebastián, sino los que se repiten en el anonimato, entre el hermanaco y el directivo al terminar una procesión, la madre y la hija tras llegar el gran día tras la adversidad, el de los dos hermanos cuando no está el padre, el de los dos cofrades que estuvieron separados y vuelven a fusionarse…

Son los sentimientos que se deben de buscar, tras el peculiar estilo antequerano y todas las riquezas de nuestras procesiones que son muy plausibles y significativas y mantener. Es la diferencia entre llevar un museo y guardar las apariencias, a sentir lo que significa la Semana Santa. Nos encanta vivir apasionadamente hasta llegar al Viernes Santo… pero si nos quedamos ahí y no vemos la luz de la Resurrección, estaremos pasándolo bien, pero no llegaremos a experimentar el mensaje que nos dejó Jesús. Terminamos y ¡vivamos una completa Semana Santa!

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel el sábado.
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