Aunque nació en Madrid, Cristina Ruiz tiene una fuerte vinculación con Antequera gracias a la familia de su padre, Manuel Ruiz, nacido en nuestra ciudad. Nos confiesa que Antequera es su “segunda ciudad”. Allí, viendo a su abuela materna coser, empezó a tener claro que lo suyo era la moda.
Precisamente, en una Gala Benéfica a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer de Antequera se estrenó como modelo. Ahora, no duda en volver al centro de Andalucía cada año: “Siempre vamos allí, lo que me encanta es pasar la Semana Santa en Antequera, subir las vegas, disfrutar…”. Aunque su juventud es latente, ya empieza a despuntar: su marca de moda desfiló en la Fashion Week.
Madrileña, pero antequerana de adopción, Cristina Ruiz (Madrid, 13 de enero de 1999) es una diseñadora emergente que, recién salida de la carrera en el IED (Centro Superior de Diseño) ya ha sido una de los ocho nominados al prestigioso premio Allianz EGO, teniendo la oportunidad de mostrar sus diseños en la pasarela de la Fashion Week el domingo 19 de septiembre.
Para ella “es un sueño cumplido porque no pensaba que siendo tan joven iba a conseguir estar ahí porque realmente para el Allianz EGO tienes que ser una marca emergente y una marca emergente potente para estar ahí. No puedes hacer cualquier cosa. Pensé que este me ocurriría con 40 años y muchísima más experiencia, pero no con 22 años y nada más acabar la carrera, es bastante importante”.
La joven presentó su marca Puzzle, una original idea que nace durante la pandemia, cuando en una asignatura de su carrera buscaba “una técnica sin pérdida en la construcción” de la prenda.
“Es uno de los problemas que tenemos ahora con la sostenibilidad, la pérdida que se hace de los materiales para construir las piezas. Empecé a indagar en cómo se construían las piezas en la antigua Grecia y pensé en cómo se hacían antiguamente. En el origen del patronaje no había las técnicas que hay ahora tan avanzadas de patronaje. Ellos reutilizaban la pieza del telar, hasta cuando les diese y con eso se vestían a base de broches o de cinturones o de agarres. Era un trozo de tela rectangular. ¿Cuál es el equivalente en la actualidad a ese material? Pensé en los pañuelos, que son el equivalente a esa pieza simple de tela que la gente se puede poner. Con eso empieza ‘kerchief’, que es una de las dos partes de la marca. Luego, está el “tailoring”, que está muy influenciado por mis hermanos y por mi padre”, detalla.
Lo que busca con Puzzle es “cambiar la dinámica del que la gente se aburra de una prenda y vaya a una tienda a comprarse otro. Con dos pañuelos tienes una prenda, pero es que con tres pañuelos puedes tener cuatro prendas porque puedes combinarlos. La gente tiene que jugar con la ropa, que sean ellos mismos los que cambien la ropa y no se aburran de ella. De ahí viene la idea de los pañuelos, para que no se aburra la gente y pueda jugar con ellos todo lo que quieran: te lo puedes poner en la cabeza, de blusa, en el bolso, al cuello, como cinturón… Hay mil utilidades”.
Un desfile con un guiño al pasado de la moda
Como anécdota de ese desfile, nos comparte que al principio “comuniqué que tenía 15 looks porque era el mínimo que nos pedían y yo, a última hora, comuniqué que sería una modelo más. Como soy bastante clásica, al final puse una novia: los modistos antiguos, porque a mí me gusta mucho la moda antigua y hacer un homenaje a lo antiguo, acababan siempre con una novia. Acababan la colección entera y al final sale la novia”.
Cómo era esa novia: “La novia incorporaba el ‘tailoring’. La parte de arriba está basada en las cinturillas del ‘tailoring’ tradicional de hombre. Además, tenía volúmenes como los de Balenciaga. Seguimos esa línea, siguiendo a los diseñadores españoles y llevarlos a mi campo”.
Igualmente, nos cuenta que todos los looks presentados tienen algo especial: “Había uno que me recordaba muchísimo a mi ropa de colegio. También destaco los pantalones multitalla, pensado como algo para que te quepa siempre, que las tallas no sean tan estrictas como son ahora. También la chaqueta montable. Pensando siempre en cosas que fuesen más de utilidad”.
Recuerda también, sin duda, las palabras del jurado: “Eran muy emocionantes las palabras del jurado. Además, estaba Ernesto Naranjo, que siempre ha sido un referente. Que él me dijese que todo estaba preciosa y perfecto, para mí era increíble. Se interesaban por el detalle, cómo se cosía, había mucho interés”.
Todo ello, con su familia como fuente principal de sus ideas: “Yo, en casa, he tenido como una energía muy masculina y siempre he ido a colegios católicos con uniforme. Todo eso me ha influenciado. Cuando íbamos a Antequera, recuerdo estar con mi tía Pepita, siempre que veíamos la Semana Santa me encantaba ver a las mujeres de mantilla negra, eso es lo que más me gustaba. La Virgen, cómo la vestían; los señores de traje… A mí eso me encantaba porque era la elegancia pura, todo de negro. Eso me ha influenciado mucho en mi trabajo. Así empieza la marca: la masculinidad que es el ‘tailoring’ y la feminidad que es el ‘kerchief’”.
Eso sí, siempre con la delicadeza de las prendas y la sostenibilidad por bandera, buscando “que las pinturas fuesen al agua para que no fuesen contaminantes, las telas que fuesen el 100 por 100 tanto orgánico como inorgánico… Son cosas en las que nos hemos centrado bastante. La calidad y el mimo son importantes”.
Puzzle, una idea con mucho trabajo detrás
Una marca no nace sola, sino con un equipo detrás como con el que cuenta la joven, con los estilistas Aitor Vidal y Alba Seijas, la bisutería y accesorios de Fernando Sánchez, el vídeo de Jaime y la dirección artística de Gustavo St.Clair. Además, tuvo la ayuda de su padre, el antequerano Manuel Ruiz, y la costurera Lola Piña.
Lleva queriendo hacer moda “desde los siete años. Siempre he tenido claro lo que me gustaba. De hecho, mi abuela Lola, que es antequerana, cosía y me hacía los trajes para las muñecas. Tengo dos puntos importantes de mi amor por la moda: mi abuela de Antequera que siempre ha cosido y era muy manitas, al igual que mi padre, y luego mi abuela de Madrid, que buscaba siempre más el lujo. Unir la artesanía con el lujo, criarme en los dos mundos, me hizo pensar en hacer cosas que fuesen muy de lujo y muy artesanas, era combinar eso. En las grandes empresas no hay ese punto de extrema calidad de las prendas. Intentan ser sostenibles y mejorar, pero nosotros lo hacemos todo manual, con ese mimo”.
Ahora, piensa seguir con la marca e intentar volver a estar nominada en los premios EGO y ganarlos. Después, separando la marca, está ella como diseñadora: “Yo también tengo proyectos personales. Nada más acabar esto, tengo un montón de ofertas de trabajo. Tengo una oferta de que me puedo ir a Roma a una marca de alta costura… Después de este año con la pandemia, esto ha sido como un chute de energía”.
Para finalizar, ¿qué le dice a los jóvenes que quieren dedicarse a esto: “Que sigan cosiendo. Se necesita mucha mano de artesanos en España. Que sigan la artesanía y si ven a su abuela haciendo ganchillo o algún tipo de encaje a mano, que sigan con la tradición. Si no sigue la gente joven, no va a seguir. Diseñadores hay millones, pero no hay gente que siga con la artesanía en España”.