Será la próxima vez que se tenga oportunidad. No hubo sorpresa, no hubo anuncio de la aprobación del último paso para la canonización de la Beata Madre Carmen. Se terminó de celebrar el Tiempo Jubilar por el 125 aniversario de su muerte («dies natalis») y se tuvo la sensación que el billete del viaje a Roma está reservado, pero falta saber la fecha tras el inicio del segundo milagro que está en estudio desde 2021.
Como todo el proceso, más paciencia y seguir esperando al Vaticano. Un camino que comenzó en 1945 y va camino de los 80 años. Era lo más compartido desde semanas atrás, pero no se llegó a comentar al término de los actos de este fin de semana, aunque hay confianza que así se probará cuando el Señor quiera y Roma disponga.
Vamos al último día del cierre del tiempo jubilar. Desde primera hora, ecos aún de lo que se vivió en la Hora Santa de Hakuna en la Inmaculada. Visitas a la Capilla de la Beata y llegada del cardenal Prefecto para la Causa de los Santos, Marcello Semenaro. Desde las 11 de la mañana, la iglesia de los Remedios se había quedado pequeña. El Ayuntamiento habilitó una gran pantalla en el patio del consistorio donde se dio lugar a los devotos que se quedaron sin sitio.
A las 12 del mediodía comenzó la misa que cerraba el tiempo jubilar de la beata. Musicalmente, la Coral María Inmaculada a pie de presbiterio, los coros fusionados de la Victoria y la Inmaculada en el coro alto y el coro juvenil cerca de la imagen de Madre Carmen y el estandarte que bordó el médico José Rodríguez.
En primeras filas, el alcalde Manuel Barón representando a la ciudad y las tenientes de alcalde Ana Cebrián y Elena Melero. Así como la Madre General Joaquina González y una amplia representación de la congregación de las franciscanas desplazadas desde todas las partes de España, además de colectivos de la ciudad y los pueblos de Madre Carmen en España.
Procesión inicial con la Reliquia de la Beata, portada por la Madre Superiora de la Victoria, Manuela López. Entre los sacerdotes concelebrantes, el obispo de Málaga Jesús Catalá, los antequeranos Lorenzo Orellana y el capuchino Francisco Martínez Melero, así como el que fue estudiante de las franciscanas, Francisco Ruiz, entre otros religiosos.
Una Eucaristía muy participativa por la realidad de las franciscanas y la esperada homilía del cardenal. No anunció lo esperado, pero tomaría nota del fervor que le tiene Antequera y todas las ciudades donde está implantada su legado. A las religiosas les dijo: «Vosotras, queridas hermanas, tenéis el testimonio de vuestra fundadora. Los santos no están sólo para ser invocados y honrados, sino ante todo para ser imitados».
En otra ocasión, «en la solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco volvió a decir que «imitar sus gestos de amor y misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo». Y, en efecto, esos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un rato de escucha, una visita, una buena palabra, una sonrisa». No lo anunció… pero lo transmitió.
Para terminar, se dio lectura al comunicado del Tiempo Jubilar por parte de Sor Dolores Montero y acción de gracias por la Madre General, quien agradeció el respaldo por el tiempo jubilar. «Gracias a los peregrinos que habéis llegado hasta Antequera y visitado la Casa Madre, reliquia del vivir entregado de Madre Carmen y a todos los que, desde nuestras casas, en los diversos países, compartís la misión de nuestras obras; a los que tanto queréis a la Congregación y a las Hermanas; a todos los que desde muy diferentes lugares del mundo invocáis a Madre Carmen como hermana, amiga, madre».
Se terminó ofreciendo a venerar la Reliquia y se compartió que la Santa Sede había ampliado los escenarios del tiempo jubilar para conseguir la indulgencia plenaria, a esa misa en los Remedios. Terminaba una misa que será recordada dentro de la vida y obra de la que está llamada a ser la primera santa antequerana, cuando Dios quiera y el Vaticano reconozca. Mientras tanto, viene a este momento su frase: «Bendito sea Dios que tanto nos quiere», como dijo la Beata.