viernes 22 noviembre 2024
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El guardián del centenario álamo carolino del Cementerio

Antequera cuenta con un rico patrimonio cultural y artístico. Quizá no todo el mundo conozca que también tenemos singularidades botánicas como el álamo carolino (populus deltoides Marshall) que existe en la bajada al Camino del Cementerio.

 

El viejo árbol, el más antiguo de su especie en toda Andalucía, ha podido pasar desapercibido por generaciones, pero no por especialistas en la materia como un profesor de la Universidad de Granada que cada año se desplazaba hasta nuestra ciudad para comprobar su estado y recoger muestras de flores y esquejes.

Las obras de canalización y reurbanización acometidas hace años en la zona amenazaron su existencia, pero alertados por los amantes del viejo álamo carolino a través de un artículo publicado en El Sol de Antequera, el Ayuntamiento tuvo la sensibilidad de dotarlo de un sistema de riego que garantizara su persistencia.

El árbol se surtía del agua de una vieja alberca

Hasta entonces, una vieja pila o alberca situada en sus proximidades se encargaba de surtirle el agua que precisaba el también conocido como Chopo de Virginia. “Cuando los guardas del cementerio se despistaban, los chavales nos bañábamos en esa agua que estaba muy limpia”, probablemente procedente del Nacimiento de la Villa desde el Callejón Piscina, recuerda uno de estos niños de entonces, hoy ya mayor, como es Antonio García.

A través de las clases que recibía en el Centro de Educación Permanente (CEPER), el que era su profesor, José Jiménez, supo inculcarle el amor por el viejo árbol. “Yo vivo por la parte del Cementerio, y me comprometí a regar el chopo cada quince o veinte días”. Eso es lo que lleva haciendo desde hace unos cuatro años: “Llego, cojo la manguera, y lo harto de agua hasta que veo que ya tiene suficiente para unos cuantos días”, señala Antonio, que se queja de que “muchas veces cuando llego me lo encuentro con mucha porquería dentro de la jardinera”.

Después de regarlo “el árbol lo agradece mucho”, y confiesa tenerle “mucho cariño, porque lo conozco desde que nací y he jugado mucho a su sombra”. De momento se siente “con fuerzas para seguir regándolo mientras pueda, porque es algo que me gusta y no me cuesta trabajo”.

El centenario álamo carolino es fuente de inspiración de poetas como Ana María Matute, y también en Antequera ha sido escenario de tertulias literarias, y otras muchas que están por llegar gracias a los cuidados de Antonio.

 

 
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