A Juan Segundo Díaz Núñez, profesor de Lengua y Literatura del Instituto Pedro Espinosa y concejal de Izquierda Unida en la década de los 90, utópico por naturaleza, seguro que le faltan muchas cosas, pero no el sentido del humor. Buen conversador e introvertido, son cualidades que manifiestan su riqueza interior. Este año 2018 será el pregonero del Carnaval de Antequera, que proclama hoy a las 17 horas en el Teatro Torcal. Según nos insiste él, “una hora bastante intempestiva, mucho más hora de siesta que de Pregón”. O lo estará siendo, o lo habrá sido, depende de en qué momento lea usted esta conversación.
Juan, faltan pocas horas para que des el Pregón ¿Qué siente en este momento? Pues estoy nervioso, sí. Porque todo lo que es el armazón literario está completo desde hace varios días, pero todavía no lo he visto terminado tal y como yo lo tengo aquí en la cabeza. Tengo un “resquemorcillo” por dentro, si me saldrá bien o me saldrá mal. “Por raro que parezca, yo no soy bueno para hablar en público. Aunque me dedico a ello con las clases, e hice mucho teatro cuando era joven, hablar en público no es de las cosas que más me agradan. Yo soy más de una conversación amigable, tranquila, aunque sea intrascendente, para pasar el rato, que de dirigirme a gente que no conozco”.
¿Cómo comenzó su vinculación con el Carnaval? “Yo siempre digo que cuando uno escribe, antes tiene que haberlo introducido dentro de sí. Yo vinculo mi parte carnavalesca con mi lado literario. En ambas, manifiestas una parte que está ahí porque ya se ha identificado contigo. El Carnaval está visto como una fiesta que saca únicamente la parte humorística de las personas, la parte jocosa, pero no siempre es así. Tiene una vertiente importante de parte triste, que también debes saber manifestar. En cuanto a fechas, yo creo que seré de los veteranos. La primera vez que formamos agrupación fue hace más de 30 años. El otro día estuvimos viendo una formación en la que de vez en cuando nos inspiramos y era de 1986. Y luego, está la Chiriparsa, de la cual fue uno de los primeros. Es más, el nombre de la “Chiriparsa”, lo inventé yo. En aquel momento, escribí un artículo en un medio local que ya desapareció, como si fuese una persona a quien no le gustaba el Carnaval. Y les decía algo así como que no se involucrasen con la gente que se disfrazaba y algo así como “Que no sé si se llama Chiriparsa o Compargota, porque a mí no me gusta el Carnaval”.
¿Cuáles son las claves para usted para componer una buena agrupación de Carnaval? “Para mi es fundamental el tema y el “tipo”, que viene a ser la caracterización con la que va vestida la murga o la comparsa. Saber qué es lo más serio o grave que está pasando este año, por lo que hacer denuncia, y quienes son sus protagonistas. Luego, ponerle una buena letra, y una música pegadiza”. ¿Sabía que comparte nombre con Juan II, el de Castilla, tío del Infante Don Fernando y que, curiosamente, fue quien otorgó el título de ciudad a Antequera el 9 de noviembre de 1441? Si se le concediera un único mandato que se cumpliera en el momento en el que ponga un pie en la tribuna el día del Pregón, qué sería?: “Esta es una cuestión muy trascendente. ¡Y además, para mí, un tema espinoso, ya que soy antimonárquico!”
Juan por primera vez en nuestro encuentro se permite una carcajada. “Si de verdad pudiera elegir sería que ningún ser humano pase ninguna necesidad básica: que nadie tenga carencias de alimentación, ni en la sanidad, o la educación. Son cuestiones que muchos de nosotros damos por hechas, pero no es así para todo el mundo”.
Su padre era gaditano, ¿qué significa para usted el cachondeo?: “Mi padre era gaditano, efectivamente. Era Xavier. En Cádiz se tiene un saber superior en cuanto a la forma de entender el cachondeo. Para mí, es una forma de exteriorizar los sentimientos, pero es como una moneda que tiene una cara y una cruz. Tú exteriorizas con la cara, pero la cruz se te queda dentro. Quizá algunas veces, es la muestra de algo más simpático como la exteriorización de la timidez que sientes, y que seguramente sea bastante más trascendente”. “También es disfrutar de la vida y del momento. El “Carpe Diem” de los romanos, aludiendo el tema de la convocatoria de 2018, ya que este año vamos con Roma en el Carnaval”.
¿Qué es lo primero en lo que suele pensar por las mañanas?: “¡Uy, que no se me olvide nada! Porque una vez las gafas, otra vez los pañuelos, otra vez los caramelos para la garganta. Si me he acordado de cargar la pluma la noche antes: después ya empiezo a organizarme mentalmente el día. Yo no soy nada metódico. Soy un despistado por naturaleza”. ¿Del Pregón, me adelantaría algo, algunas líneas?: “Sólo te voy a decir que voy a terminar cantando. He querido hacer una cosa que es unir a dos generaciones. De la agrupación que teníamos hace 30 años, le he pedido a algunos miembros el favor de cantar conmigo y lo han aceptado. Y con la generación más actual, he hecho igual. Así que curiosamente, reúno en el escenario a un padre y un hijo”. ¿Qué es lo que te gustaría que se quedase de su recuerdo?: «Que ha pasado por aquí una buena persona. Con eso tengo más que suficiente».
Y como Juan no nos quiere adelantar el Pregón, le pedimos si nos elegía un tema que estuviese candente y nos escribía algunas líneas y de buena gana aceptó: La cuestión que da título a este breve cuplé: el cambio de sentido de la calle Nueva. Juan se alinéa con los vecinos para protestar ante los inconvenientes que les está ocasionando. Las entradas a los garajes se diseñaron para una calle de subida, como lo fue históricamente. El flujo del tráfico, que ya no accede al barrio, sino que sale de él, ha hecho que bastantes comercios pierdan afluencia de clientela. La circulación anterior, “sí les daba vida”. Y porque Juan es aún de los que creen que ciertos temas han de trascender a la política, llevarlos a la calle, ponerlos en debate público. Y por las Peñuelas, un barrio que siempre fue carnavalero por excelencia. El último bastión de las calendas, dónde en la dictadura se escondió ese espíritu de libertad, donde se fraguó el Carnaval en aquellos tiempos en los que estaba prohibido.
Cuplé a los cambios de Las Peñuelas
La calle Nueva y el concejal de obras
Lo normal era parriba
y pabajo es tu capricho
parriba pabajo
pabajo parriba
parriba pabajo
pabajo parriba
¡Ay… qué gustito…