Este reconocimiento valora su trayectoria en el ámbito de ayuda a los demás durante toda una vida. Una idea, la de servir al resto, que fue un sueño cumplido:
“Siempre deseaba al terminar la carrera, hacer el bien a todo el que tuviera una necesidad. Aquí creo que he cumplido”, explica, aunque nos reconoce que siempre se puede hacer algo más. Así mismo, tiene esa espinita clavada de no ver abierto y con ella en activo
“la residencia funcionando, ¡pero como va por buen camino!”.
Ahora, aunque jubilada, seguirá siendo una incansable voluntaria para ayudar a los que más lo necesitan:
“Siempre he visto la necesidad de que ADIPA tuviera una fundación tutelar, para el día en el que los padres no puedan hacerse cargo de sus hijos. Que se haga una fundación cercana, más cerca con las personas con discapacidad. Estamos en ello, se está tramitando y estoy colaborando en ese tema ahora”.
Incansable e imparable, María Gracia recibe el merecido título de Hija Predilecta, que desde ahora la acompañará, gracias a su labor social en nuestra ciudad.