La Octava del Corpus de Antequera se vivió intensamente entre las parroquias de San Pedro y Santiago, donde ambas feligresías se unieron para celebrar la Eucaristía que terminó portando a Jesús Sacramentado por sus calles hasta la bendición final ante la puerta patronal de Santa Eufemia, históricamente ligada a esta celebración religiosa.
Así, este domingo 29 de junio se celebró la Octava del Corpus, tras ser el templo parroquial elegido por el Arciprestazgo para empezar a rotar por las diferentes parroquias de la ciudad una semana antes en el Corpus. La Eucaristía comenzó en San Pedro y culminó en el Sagrario de Santiago tras una procesión por las calles de ambos barrios.
Se adelantó la misa de las 12 a las 11 para mitigar el calor de estos días. El párroco Francisco de Paula Aurioles de Gorostiza presidió la celebración, concelebrada por los sacerdotes Luis Valero y Antonio Jiménez, de la Orden de San Juan de Dios y de los Carmelitas. Se contó como maestro de ceremonias a Rubén Camacho de la Hermandad de la Clemencia (Mutilado) de Málaga. Acompañó musicalmente el coro de la parroquia y al órgano, José Antonio Morales.
En ella participaron todas las realidades de ambas parroquias. A su término, sobre las 12,16 horas del mediodía, partió la procesión con el Santísimo Sacramento hasta la Parroquia de Santiago, donde se impartió la Bendición y Reserva.
El recorrido fue San Pedro, Taller y Ollas, Hornos, Cambrón y Villate, San Pedro, Toril, Juan Adame, Martín de Luque, Trasierras, Plazuela de San Zoilo, entrada al patio de la iglesia estudiantil, salida de la misma y regreso por San Zoilo y de nuevo por Trasierras, hasta entrar por Obispo, San Pedro y final en la Plaza de Santiago.
Un nutrido grupo de acólitos abría y formaba el cuerpo procesional con una cruz alzada, ciriales y turiferarios, así como repartían estampas con una oración al Santísimo. Devotos con velas formaban dos filas antes del Santísimo, portado por seis jóvenes sobre las andas de los Remedios, que lucía la antigua Custodia de San Pedro que se conserva en el Museo de la Ciudad, pedida y utilizada para la ocasión. Ramón Gómez León dirigía a los jóvenes hermanacos. Cerraban devotos acompañando al Señor.
Vecinos decoraron fachadas, montaron altares y salieron de sus casas o se asomaron a los balcones para rezar al Santísimo. Llamó la atención la emoción de personas mayores que recibieron la procesión como si fuera un portaviático para llevarles la visita del Señor. Hubo algunas que se agarraban a los hierros de sus balcones o una mujer que portaba el retrato de su marido sobre sus manos, sintiéndole de nuevo cerca al pasar por su cada el cortejo y el Señor.
Así, entre los altares que vimos a pie de calle, el de la esquina de Hornos con Cambrón y Villate que está permanentemente todo el año, el de un Niño Jesús en calle Toril, el de San Antonio en San Francisco, el de la Virgen del Consuelo, Santa Eufemia y Madre Carmen o Madre del Socorro de las Mínimas en Obispo, el de Santa Eufemia en la puerta de su templo, o un San José sobre el azulejo de la Virgen de los Dolores que preside todo el año la Parroquia de Santiago.
Los sacerdotes, el coro y los fieles cantaron durante todo el trayecto y antes de las 14 horas, la bendición final ante Santa Eufemia (que históricamente formaba parte de la procesión del Corpus y regresaba en la Octava) y la reserva en el Sagrario con salve a la Virgen de la Salud.
El Párroco agradeció la respuesta de las dos parroquias, en el día del patrón de San Pedro y cuando se cumplía un año que se anunciaba su nombramiento como nuevo pastor en Antequera. Concluía una celebración religiosa donde se rezó, se compartieron momento emotivos y se sintió cerca al Señor hecho Cuerpo.