La Cofradía de la Pollinica ofreció tres días de cultos y actos a la Virgen de la Consolación y Esperanza del 16 al 18 de diciembre, fusionando devoción, ofrendas y misa a la titular mariana de la Pollinica.
Empezaron el viernes 16 a las 22,30 horas con exposición en veneración hasta las 23,30 horas con rezo del santo rosario. El sábado, visitas a la imagen mariana de 9 a 19,30 horas en San Agustín. A las 20,30 horas, misa por su festividad presidida por el arcipreste Antonio Fernández.
Y el domingo 18, desde las 10,30 horas el templo estará abierto y a las 13 horas, oración a cargo de Carlos Villalón Artacho, devoto y cofrade pollinico. Durante los tres días hubo recogida de comida y utensilios para bebés para la casa de acogida Virgen de Espera.
Carlos ofreció una oración muy sentida, recorriendo su devoción a la Virgen gracias a su familia, naciendo en la Cruz Blanca antes de la Semana Santa de 1961. «Usted Consolación y Esperanza eres el reflejo de la vida, cada vez que te observo veo a mi Madre, cada vez que te miro me acuerdo de mi niñez, de la educación que nos impartieron nuestros padres, abuelos, padrinos y ya de mayores mis dos hermanas y desde hace ya 27 años Carmen María, mi mujer y mi vida al mismo tiempo. Han sido varias etapas las que de alguna forma nos hemos visto unidos, como se dice muchas veces, es una rueda de carro, que gira y gira y pasa siempre por un lugar donde usted está siempre presente».
Compartió las vivencias de cómo la Cofradía pasó de San Sebastián a San Agustín, la incorporación de tronos, palios, mantos, patrimonio que no se tenía y se iba sumando. Evocó a sus padres y tuvo muy en cuenta a la mujer y la figura de la camarera.
Terminó implorando: «María Santísima de la Consolación y Esperanza que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la «Madre de la Misericordia», a la Toda Santa. Nos ponemos en sus manos «ahora», en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, «la hora de nuestra muerte».