¿Sería así? Quienes estuvimos el sábado en San Francisco en Antequera pudimos vivir una intensa, sentida, barroca y profunda celebración eucarística entorno al Nazareno de la Sangre en su festividad celebrada el 11 de enero. Pudo ser como las que celebrarían los templos en todo su esplendor barroco. Nos explicamos.
Las campanas anunciaban el inicio de la misa y desde el coro alto, el piano con José Antonio Morales que fue guiando la celebración. Procesión inicial con el cuerpo de acólitos de la cofradía que abría paso al celebrante, el párroco Francisco Aurioles.
En los primeros bancos, el alcalde Manuel Barón, el hermano mayor estudiantil Juan Manuel Vegas o la vicepresidenta de la Agrupación de Cofradías, Visi Bracho, Junto a ellos, otros representantes de la sociedad local y ese grupo fiel de los Estudiantes, seguidores del Nazareno de la Sangre.
Empezaba la Eucaristía y desde lo ordinario se vivió algo extraordinario. A veces la monotonía nos lleva a no fijarnos en los detalles y percibimos como barroca que es Antequera, cómo el nuevo párroco quiere resplandecer cada momento de la misa y lo consigue sacando todas las variantes litúrgicas, en ocasiones olvidadas por el paso de los años y las tendencias. Tras las lecturas y el Evangelio, profundizó en ellas y para terminar, describió al Nazareno como una imagen que “no carga la cruz”, que la acaricia. Mientras que le escuchábamos, nuestras miradas iban hacia la imagen del siglo XVI, colocado a los pies del Altar Mayor, a la Vera de la Cruz de su Madre. Lucía corona de espinas y la cruz que evoca a la antigua de carey y plata, que realizó Cristina González de Artekira.
El Bautismo como eje de nuestra vida cristiana
Aurioles compartió que “la misa es la puerta del cielo en la tierra” en la vida cristiana. Hoy “la sociedad española es plural, donde el católico, es decir, nosotros, hemos de dar razón de nuestra fe. Y pueden preguntarnos ¿qué es la vida cristiana? Pues la vida cristiana es como la misa, trinitaria”.
En el bautismo “se nos ha dado el discipulado. Dios es mi Redentor que nace para abrazar la cruz, para redimirme. Y en el bautismo se me ha dado la dignidad de que mi cuerpo, mi alma, mi mente son más valiosos a los ojos del que me ha creado, del que me ha redimido y del que me sostiene con su gracia”.
Preguntó si recordábamos nuestra fecha de bautismo porque como le enseñó su profesor de Cristología en el Seminario de Toledo, hoy obispo de Córdoba, “más teníais que saber vuestra fecha de bautismo que vuestra fecha de cumpleaños”. El bautismo “nos hace penetrar de manera limitada, porque somos criaturas, en el misterio de Dios. Por eso el papa teólogo, Benedicto XVI, afirma que la encarnación es el gran escollo donde las grandes religiones no cristianas tropiezan y se estrellan, frente a ese falso ecumenismo que hoy se predica incluso en ambientes eclesiales, de que es el Dios de todos”. El Dios cristiano “no es otra cosa que el reflejo de la única familia, que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
Para terminar la misa, se presentaron los niños pequeños cuyas familias quieren ponerlos a los pies del Nazareno. Este año fueron: Ángel Royán Jurado, Amalia Vegas Maldonado, Alejandra Torres Pérez, Guillermo Antonio Balta Pacheco, Hugo Hinojosa Paradas, Vera Torres Artacho, Lola Torres Artacho, Álvaro Peloche Carmona y Manuel Pérez Rosas. A todos se les entregó un detalle de la cofradía.
Concluía una celebración extraordinaria donde la liturgia y los símbolos se pusieron al servicio de la Eucaristía para hacer notar al creyente el misterio de la conversión del pan y el vino en cuerpo y sangre del Señor como conexión del Padre con los hijos. ¿Sería así? No lo sabemos, pero de lo que estamos seguro es que los templos se tuvieron que alzar para vivir intensamente la relación de fe con las imágenes de nuestros sagrados titulares.
