El guardián de la familia del Nazareno de la Sangre de Antequera, su hermano mayor de insignia Juan Antonio Castilla Luque, vació sus sentimientos estudiantiles en la presentación de los carteles que anuncian el Vía Crucis del Nazareno y el propio Lunes Santo de este año. Tuvo lugar a mediodía del sábado 22 de febrero y pregonó sus vivencias en su cofradía.
En la presidencia, el alcalde Manuel Barón, el hermano mayor de la cofradía, Juan Manuel Vegas, el consiliario Francisco Aurioles, la presidenta de la Agrupación Trinidad Calvo, el pregonero de la inminente Semana Santa, Pablo Javier Guerrero, así como los autores de los carteles, Juan Antonio Pinto Machuca en una pintura del Vía Crucis del Nazareno de la Sangre y Francisco Tejada Domínguez, una fotografía para el Lunes Santo de 2025.
Expectación por la emoción y sentimiento que pondría el que es hermano mayor de insignia del Nazareno desde 1989, con un paréntesis entre 2011 y 2022. Juan Antonio consiguió crear una familia de hermanacos, una forma de atenderles y acordarse todo el año en los buenos y no tan buenos momentos, así como su forma de mecer al son de las cornetas y tambores del Nazareno de la Sangre bajo palio y se final propio al regresar a San Francisco con las vueltas imposibles.
Un pregón con su grito de guerra final característico
El acto fue dirigido por José Pedro Alarcón González, quien supo dar la bienvenida y abrir el paso a su compañero, destacando sus virtudes y su pasión por el Nazareno. Él fue también hermano mayor de insignia y sigue siendo hermanaco y devoto como el que más.
Todo estaba preparado y escrito. En el atril, a un lado, su campana y la bendita banda verde con dos fotos, la de su padre Nono y la del Nazareno. Al otro lado, su martillo, dispuesto para avivar su pasión por el Nazareno que abraza la cruz en el inicio de su pasión.
Empezó dedicándole unas palabras a Augusto Pansard Anaya, pregonero que fue del Lunes Santo de 2023, fallecido tras pregonar la Semana Santa de 2024 en Málaga. “Gracias por tu humildad y por tu sentir cofrade. No te olvidaremos”. Siguió evocando su oración inicial de cada Lunes Santo antes de salir a la calle. Luego evocó su oración inicial de cada Lunes Santo: “Hermanos de Nuestro Padre: ¡atentos!, mirándolo todos a Él decid conmigo…”. Recordó que fue en 1986 cuando empezó como hermanaco y luego siguió como hermano mayor de insignia.
Siguió con aquel vía crucis del Nazareno que se recuperó para recordar aquellas procesiones de siglos atrás. Tras descubrirse el Cartel, exaltó: “Bajaste del cielo a esta ciudad, te viniste a vivir a tu Capilla en la iglesia de San Francisco, en el primer monasterio que se edificó en ella”. Y describió la mirada de la pintura: “El cansancio pesa sobre sus párpados, que caen con la pesadez de la carne vencida por el tormento. Sin embargo, en su expresión había algo que trascendía lo humano: la divinidad contenida en el sufrimiento”.
Fue cuando rezó estación por estación hasta que llegó a la Ermita de la Vera Cruz. “Y al tercer día, tras dejarte el Viernes de Dolores a los pies de tu Madre, nuestra Señora de la Santa Vera Cruz, regresas para subir a tu trono dorado, entre los ocho varales que sostienen el palio burdeos de pureza”.
Momento en el que pidió descubrir el segundo cartel, del que dijo: “La composición general de la imagen resalta la solemnidad de las tradiciones de la Semana Santa antequerana, en la que el espacio sagrado de la iglesia es el marco ideal para los rituales de fe y devoción”.
Quiso fusionar que “la cofradía reafirma su papel en la comunidad como institución guardiana de la memoria cultural y espiritual del pueblo. Da muestra de cómo la fe y el arte que se funden en una expresión que va más allá de lo físico, tocando el alma de quienes la presencian”.
Fue cuando intensificó su pregón compartiendo la procesión en la calle, con parada especial en calle Duranes “que se hizo cofrade por obra y gracia de esta hermandad de la banda verde. Tras 50 años de ausencia, las marchas volvían a retumbar sobre unas aceras a las que, a las puertas del cambio de siglo, les quedaba más bien poco”.
Terminó con palabras del Pregón de Manuel Barón: “El Cristo de la Sangre gira, entre altares y púlpito, sus andas. Va buscando a su Madre, la Señora ya está en su casa”. Más que emocionado, recordó a su amigo Josele, deseó que Vivi toque una segunda campana y salió de sí con su cántico de guerra de ¡Viva la Cofradía de los Estudiantes! Terminando su hora de éxtasis.