El Día del Amor Fraterno, día de la institución de la Eucaristía, día de los sacerdotes. Éstas son las ideas que recogemos en la festividad de este día tan señalado. Era uno de los días que nos enseñaron a decir “que brillaban más que el sol”. Por todo esto, podemos decir: que lo celebramos porque no queremos olvidar. No queremos olvidar nunca cómo vivió y murió Jesús.
No queremos olvidar nunca cómo se preocupó de los pecadores y abrió su corazón a sus sufrimientos. No queremos olvidar cómo sanó a los enfermos y consoló a los que sufrían. Pero de una manera especial queremos recordar, en esta tarde santa, cómo comió y bebió con sus amigos más íntimos. Queremos recordar cómo su gracia disipaba el sentimiento de culpa de los corazones humanos. Queremos recordar cómo su gran compasión daba valor a los que se sentían aplastados. Y cómo daba fuerza a los que se sentían derrotados.
Es bueno que recordemos cómo eran las cosas entonces y saber cómo son aún hoy las cosas. Cuando partimos el pan y compartimos la copa en su Espíritu, Jesús está realmente presente entre nosotros. Nos invita a salir de la escasez a la abundancia, del pecado a la salvación, de la soledad al amor, del aislamiento a la comunidad. Venimos a la mesa del Señor no porque tenemos esta obligación, sino porque podemos y queremos. Venimos no porque estamos llenos, sino porque nuestro vacío sólo lo puede llenar la plenitud de Dios.
Nos acercamos a su mesa con el peso de la culpa arrastrándonos por tierra; venimos con preguntas y preocupaciones albergadas en nuestro corazón; venimos con nuestros miedos e incertidumbres que plagan nuestras mentes. Venimos porque, y a pesar de todo, no hay un sitio mejor a donde ir. En el cielo y en la tierra, la alegría es estar con Jesús.
Esta tarde, en la última cena del Señor, aceptamos su invitación al banquete del amor. Aceptamos el reto de vivir más plenamente como uno de sus amigos más íntimos. Nos atrevemos a abrir nuestro corazón al que nos conoce mejor que nosotros mismos. Y que desea nuestra felicidad más que nosotros mismos. Porque su corazón es más grande que nuestro corazón. Eso, sobre todo, no lo olvidaremos.
Pero también es el día y es la tarde para dar gracias a Dios por los sacerdotes. Sí, gracias también a ellos podemos celebrar el Jueves Santo con una Eucaristía. Gracias a ellos nuestro Jueves Santo, se parece un poco más a aquel que Jesús celebró con sus discípulos. Gracias a ellos se parte el pan de la Mesa del Señor después de haber sido bendecido, gracias a ellos la Eucaristía la tenemos a nuestro alcance. Por todo esto me atrevo a pediros que recéis por nosotros los sacerdotes, que pidáis a Dios que mande a su Iglesia muchas y abundantes vocaciones sacerdotes. Abrid vuestras familias a la llamada sacerdotal, Dios sigue necesitando de nosotros para acercar la Eucaristía a todos los hombres.
Aunque sea con unos días de adelanto quiero desearos a todos Feliz Pascua de Resurrección. Que sepamos anunciar que ¡Cristo, ha resucitado! Al fin y al cabo, la eucaristía es precisamente esto: recordar la muerte y la resurrección de Jesús. Ese milagro es lo que nos lleva a procesionar a Jesús por nuestras calles. No olvidéis que, hay que disfrutarlo, pero sobre todo hay que vivirlo.
padre carmelita Antonio Jiménez
Horarios Oficios Jueves Santo en Antequera
· 17,00: La Trinidad, Encarnación, San Francisco, Las Catalinas (estaba anunciada a las 18 horas, pero han tenido que adelantarlo), Bobadilla Pueblo, Bobadilla Estación y Colonia de Santa Ana.
· 18,00: San Sebastián, Belén, Capuchinos, San Juan, La Victoria,Las Descalzas y Cartaojal.
· 18,30: El Salvador.
· 20,00: Capuchinos (Hora Santa)
· 23,00: Santa Eufemia (Hora Santa)