Las Fiestas Patronales de Antequera de 2011 concluyeron este viernes 16 de septiembre, con la Función Votiva a Santa Eufemia, que cumplía su 601 aniversario.
La noche antes, las Monjas Mínimas, la Hermandad y este año el Ayuntamiento, acudieron a la víspera, presidida por el padre mínimo Abilio León. Al término, la Corporación presente entregó un ramo de flores a su Patrona.
Ya el día 16, el templo estuvo abierto todo el día, recibiendo ramos de flores del Ayuntamiento de Antequera, Rosa Torres, Peña Los Cabales, cofradías de la Pollinica, Mayor Dolor, Consuelo, Dolores, Remedios y María Auxiliadora, así como de devotos, entre otros.
A las 20,30 horas, comenzó la misa más antigua que se mantiene en la Diócesis de Málaga, que fue jurada a voto perpetuo por los cabildos civiles y eclesiásticos el 16 de septiembre de 1410.
La misa fue presidida por el superior de los trinitarios y capellán de las Mínimas, padre Antonio Aurelio Fernández, que portó la casulla de Santa Eufemia del siglo XV, propiedad de San Sebastián y depositada en el Museo. Contó con la concelebración del párroco de la Iglesia Mayor padre Antonio Ramos, del mínimo Abilio León, del carmelita Antonio Jiménez, del antequerano Juan Manuel Ortiz Palomo, y de los salesianos Francisco José Pérez Camacho y Miguel Montes Infantes. Todos ellos ayudados por los acólitos el prenovicio salesiano Pedro Porto Valero y el directivo Antonio Jesús Cobos.
Y por el cabildo civil, el alcalde Manuel Barón, los tenientes de alcalde Andrés Calvo, Belén Jiménez, Ana Cebrián (que rindió el Pendón al ser la más joven), doctor José Luque, el también congresista Ángel González y Alberto Vallespín; y los concejales Eugenia Acedo, Dolores Gómez, Juan Álvarez, Deborah León, Carmen Pena y Lola García.
El padre celebrante aludió en su homilía en primer lugar a la sabiduría de Dios, denominándola como que es el vehículo para la Verdad. Y luego se refirió a Santa Eufemia que percibió la necesidad de convertirse al Reino y hacerle centro de la vida.
Se terminó la celebración dando a venerar su Reliquia.