Tras cumplir los horarios previstos con fluidez, en torno a las 23:15 horas llegaba a la Cruz Blanca el primero de los dos tronos de la procesión del Martes Santo, el de la Virgen de la Piedad. El cuerpo procesional se disolvió al llegar a dicho lugar para prepararse para el tradicional encuentro entre Jesús y su Madre. Aire frío y cielo nublado eran testigos de excepción del «cara a cara» en que Rescate y Piedad, Piedad y Rescate, mantenían con los sones de la Asociación Musical San Isidro Labrador mientras «Coronación» de Campillos (brillantísima durante todo el recorrido demostrando ser sin duda referentes en toda la provincia) mantenía «silencio» y no precisamente «blanco» como la conocida marcha que compusiera Julio Vera, sino «mudo». Nos imaginamos que se «reservarían» para dentro de la iglesia…
«Rocío» volvió a sonar de nuevo un día después y ambos tronos eran mecidos por los hermanacos con bríos e impulsos casi incontrolables ante la expectación, e incluso algunos nervios, entre directivos y fieles devotos. Las tradicionales saetas volvieron a marcar el fin en de la estación penitencial del Rescate un nuevo Martes Santo, de la mano de Luis Perdiguero, «El Rubio de Gandía» y «Remedios Cañizares», que emocionaron a los allí presentes con sus cantes profundos y sentidos convertidos en oración hacia Rescate y Piedad.
Posteriormente, la Virgen de la Piedad encaró de espaldas a la Trinidad el regreso al interior del templo pasada la medianoche, mientras el Rescate la seguía cara a cara bajando por Cruz Blanca.