Desde 1974 se había conseguido organizar anualmente el Pregón de la Semana Santa hasta que en el pasado 2020 se tuve que suspender por el inicio de la pandemia y ahora aplazarse en 2021 para poder realizarlo en el 2022. Ha sido un año intenso donde ha sido llamado por cofradías y colectivos para que ofrezca oraciones, charlas, intervenciones porque la Antequera cofrade lo quiere como persona y como pregonero. El último gesto antes de cerrar esta edición especial, en la Presentación del Cartel de la Semana Santa de 2021, cuando la presidenta de la Agrupación de Cofradías, Trinidad Calvo, pidió un fuerte aplauso para nuestro pregonero de la pandemia, el de nuestros corazones, el de la esperanza que está por venir.
Después de todo lo vivido y lo pasado no nos vamos a poner a protestar por las procesiones de la Semana Santa. De todas formas es un ‘palo’ para el mundo cofrade: “La verdad es que soy de la opinión, tú me conoces, lo primero es lo primero y eso es la salud, cuidarnos, respetar a la gente que está luchando por la pandemia, los enfermos, el mundo económico también entra dentro de la pandemia. Lo primero es la salud, nosotros y nuestra familia y muy, muy después está el Pregón, las procesiones y tantas cosas que estamos que no se pueden. Los niños no van a cumpleaños, no se juntan con sus amigos. Estamos priorizando la salud de nuestros mayores”.
Te proponen, empiezas a sentirlo, lo escribes y unos días antes se suspende. Vuelve a darle forma y por segunda vez de aplaza. “Yo tengo el Pregón en mi corazón, mi historia que yo quiero contar, no hablo de mí obviamente, pero tengo muchas ganas de comunicarlo, plantearlo, compartirlo y disfrutarlo. Pero bueno el tuyo duró tres horas y el mío tres años. Está claro que el Pregón del 2020 no es el mismo que el de 2021 y posiblemente no sea el de 2022, pero te puedo decir que la estructura, el espíritu y el fondo de Manolo García está en ese pregón que no lo quiso cambiar”.
¿Cómo fue su Semana Santa de 2020? “Fue dura, una semana muy dura. Llena de soledad, de sobriedad porque la vivimos en casa. Esa Semana Santa se plasmó porque yo quise acompañar cada día a las cofradías y cada cofradía le dediqué un parrafito por donde se podía hacer en ese momento que era por redes sociales y en la distancia. Pero al igual que fue dura fue muy rica. Cuando te das cuenta de que no puede comulgar, ir a misa a la Eucaristía, no puedes estar presente en la Consagración, no te puedes arrodillar y tomar el Cuerpo de Cristo. Cuando nos tuvimos que apoyar lo hicimos en el trabajo que hiciste en el trabajo y el resto de cadenas de televisión de traernos la misa a casa en la distancia. Yo viví eso en la distancia cuando estaba enfermo y aquel Corpus Christi que lo pude ver gracias a que El Sol de Antequera retransmitió en ‘streaming’ aquella Eucaristía, yo viví lo que significó para un enfermo querer y no poder. Así viví yo la Semana Santa: queriendo y no pudiendo, pero en familia. Nosotros vimos el Triduo Pascual en casa. El Jueves Santo se lavaron los pies, el Viernes se besó la Cruz y el sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección nos alegramos con la Resurrección de Cristo, pero tristemente lo vivimos así”.
Para Navidad, suponemos que volvió a prepar el Pregón, viendo que la pandemia parecía que iba a mejor. “Totalmente, me lo sé de memoria. Mi Navidad fue entre sonidos de cornetas, tambores e incienso porque estuve poniendo a punto el Pregón. El que haya visto alguna otra presentación mía, a mí me gusta mucho apoyarme en el carácter visual, que la palabra entre no solo por el oído sino por todos los sentidos. Todo eso lo tenía preparado, habíamos hecho las modificaciones y se quedó preparado como el de 2020”.
Hacerlo por televisión no tendría sentido. “Hay dos cosas que me echaban para atrás. Primero: ¿qué pregono? Obviamente Semana Santa el año pasado cuando estábamos confinados en Semana Santa, pero no va a ver procesiones y todo aquello en lo que los cofrades nos abrazamos en Semana Santa. No vamos a ir un Domingo de Ramos a San Agustín ni vamos a ver el encuentro de los Estudiantes, ni las promesas del Rescate, no vamos a ver los capiruchos y el desfile del Miércoles, no vamos a ver a la Virgen de los Dolores correr su Vega ni al Cristo de la Misericordia, no vamos a ver el encuentro de la Virgen de la Paz y del Socorro, el paso de nuestro padre Jesús el Nazareno, no vamos a ver la sobriedad del Santo Entierro ni ese Domingo de Resurrección. ¿Qué pregono entonces? Eso era lo primero que me echaba para atrás y lo segundo alguno me decía ¿oye por qué no lo haces por zoom o lo grabas en vídeo? No tiene nada que ver una cosa con pregonar, reclamar, anunciar. Se puede anunciar por redes, sí, pero yo quiero que el cofrade lo compartamos de tú a tú. Lo demás se puede hacer, pero no soy actor, soy pregonero”.
El tener que aplazarlo por segundo año
¿Quién lo pasó peor cuando decidisteis aplazarlo un año más?: “Somos una familia, una familia en la que se tiene que tomar una decisión de no hacer algo que se quiere hacer con mucha ilusión. El novio que se quiere casar y no se casa por el coronavirus, ¿quién lo sufre más? Sufrimos todos. Sí te quiero decir que la propuesta a la Agrupación la hice yo. Como pregonero no lo veía oportuno. Yo tengo familia, ¿a qué familiar le digo yo que no venga? ¿A mis padres? ¿A mis hermanos? ¿A mi Hermandad de la Virgen de la Cabeza de Málaga? ¿A mis compañeros graduados? ¿A quién le digo que no?”.
Alguno de sus dos ‘peques’ ¿le han dicho algo?: “Miguel es muy pequeño, ha cumplido 5 años y no tiene esa capacidad; pero Manuel que tiene 8 años ya el año pasado me consoló. Yo el día del Pregón del año pasado lo pase mal porque fue un palo en la boca, este año lo veía venir. Y Manuel siempre me dice que lo bueno se hace esperar. No sé si será bueno o no, pero que tengo ganas de decirlo, proclamarlo y compartirlo”. ¿Y su mujer?: “Además de sanitaria es fisioterapeuta y tiene contacto directo con las personas. Un fisio no puede tocar a las personas con una máquina y eso les pone en primera línea en el centro de salud, en el hospital que ha estado este año. Pero no sola los sanitarios, los trabajadores de la basura, se habla mucho de los transportistas, de los graduados sociales… Los trabajadores de la basura han estado ahí a pie de cañón luchando contra los residuos porque las mascarillas que nos quitamos las cogen con las manos. Hay muchas personas que están a pie del cañón y hay que poner en valor”.
¿Qué le decimos a esas personas que no van a vivirla por desgracia igual que al año pasado?: “Fuerza y fe. Nosotros al Señor del Rescate le pido eso porque con eso podremos abordar lo que nos caiga. Fuerza para sostener a los que se han ido, para sostener a los que se han quedado y a los que están sufriendo y fe porque la fortaleza no nos viene de nosotros sino desde arriba y al de arriba llegamos a través de los ojos del Rescate, del Nazareno, de cada una de las imágenes de la que cada persona recibe su fuerza”.
Sus primeros abrazos, besos, visitas…
¿A quién le darás ese primer abrazo sin mascarilla?: “A mi madre. Ha pasado por tres operaciones en la pandemia, a las que no hemos podido estar en el quirófano con ella porque solo podía estar una persona y mi padre es muy testarudo se quedó con ella. Pero también a mi hermano Fran que lo ha pasado muy mal, ha perdido a la madre de su mujer con 53 años”.
¿Y el primer beso?: “Me gustaría lanzarlo al cielo porque falleció mi abuela justo antes de la pandemia y en la pandemia sufrí esa pandemia así que el primero será al cielo”. ¿Y al primer sitio al que irás sin mascarilla?: “A la Virgen de la Cabeza de Andújar, me va a faltar tiempo. Tengo muchas ganas de llegar a su templo y a su santuario y aunque sea con mascarilla, iré”.
Sigue emocionándose cuando va a la Eucaristía: “Estoy yendo a misa a Santa Eufemia los domingos a las 11,30 horas y el padre Antonio se agobia cuando me pongo a llorar. Me emociono mucho cuando comulgo porque vi la cara de la muerte cerca y cuando la ves tomas una perspectiva de vida y prioridades que antes no tenías, pero después por otro lado ves la verdad que es el sacrificio de Cristo el pan de vida. Ésa es la verdadera fe que a mí me mueve. Yo ver cómo voy a tomar el cuerpo de Cristo de verdad para mi fe me emociona mucho porque me emocionó cuando estaba en la UCI y el padre Paco vino y me dio la comunión allí”.
Pregone algo para despedirnos, una frase, un verso…: “¡Cofrades antequeranos, hermanos: lo hemos pasado y lo vamos a pasar mal, vamos a pasar una Semana Santa a distancia, con mascarillas, con gel, pero vamos a vivir esta Semana Santa histórica para los anales quedará en el recuerdo, pero vamos a disfrutarla, vamos a vivirla, vamos a ser positivos! Como diría ese hermano mayor: ¡vamos esos cuerpos arriba que ese trono se venga arriba y para abajo nada que merecemos ir a ver a nuestros titulares con la cabeza alta y con la esperanza en un buen futuro y que la verdad siempre será la esperanza, y la esperanza por bandera y que el amor y la fe nos llevé hacia adelante! ¡Un beso fuerte!”. Así es Manuel García de la Vega, el pregonero de la pandemia, el hombre que pondrá de nuevo todo su corazón para hacernos latir lo que un cristiano siente ante una imagen cofrade.