Intenso fin de semana en San Agustín, con Triduo, Oración al Señor Orando en el Huerto de los Olivos y Presentación del Cartel del Domingo de Ramos, en un nuevo año donde no podrá organizarse la procesión de los niños.
Las misas fueron a las 18,30 horas, presididas por los sacerdotes: el carmelita Juan Luna el sábado 6, el arcipreste Antonio Fernández el domingo 7 y el párroco de Santiago y San Pedro, el lunes 8 de marzo.
Este año, el Señor Orando en el Huerto de los Olivos presidió el altar cuaresmal, disponiendo a ambos lados al Señor en su Entrada a Jerusalén y a la Virgen de la Consolación y Esperanza.
Oración al Señor Orando en el Huerto de los Olivos
El sábado, tras la misa del Triduo, el cofrade Miguel Rodríguez rezó al Señor Orando en el Huerto de los Olivos, imagen de la que es hermanaco. Acto conducido por el directivo Antonio González. En primer lugar, relevo de oradores a cargo de Joaquín Ruiz.
Rodríguez aprovechó que las tres imágenes estaban en el Altar Mayor y ambientó el interior del templo con música de fondo de piano de José Antonio Morales y contó con la participación de niños vestidos de pollinicos.
La dedicó a Federico Esteban y a su abuelo Nicasio, “el motor de mi vida”. Empezó con poesía: “Qué amargo temor ha nublado tus ojos. Cristo arrodillado y dolido. ¿Por qué te encuentras tan afligido? ¡Qué sangre derramas de hinojos! Puede ser que la culpa de todo, aunque no nos demos cuenta, sea nuestro pecado que te afrenta y a la humanidad cubre de lodo.
Quiero ser la mano amiga, que pudiera sostenerte en este momento de dolor ingente, cuando más dura es tu congoja ante el cáliz de la muerte y el desprecio de la gente”.
Compartió cómo los evangelistas recogen la Oración en el Huerto del Señor y destacó que “de forma atípica cayó la noche en San Agustín, como si de un viento helado se tratase. Hoy el Señor no está solo, tiene un custodio en cada uno de nosotros. Él sabe que le queremos y nos debemos poner en el lugar de aquellos que a día de hoy, verdaderamente se encuentran en una oración continua, luchando por sobrevivir ante la incertidumbre, la misma que tú sufriste, Señor”.
Profundizó en la imagen de la que es devoto y terminó citando a Quevedo: “Tener razón en un mundo lleno de injusticia es una auténtica rebeldía”; por eso mismo quiere luchar por la verdad “como tú lo hiciste, defendiendo la justicia con la espada del amor, porque Tú eres ‘la verdad y la vida’”.