Hace unos días, la familia de CAL (Compañía Antequerana de Limpieza) despedía en un almuerzo-homenaje a Carmen Laurín Martín, 37 años en la empresa que creó junto a su marido Ricardo Hidalgo. 37 años de empezar desde cero, limpiando como una más hasta que tuvo que dedicarse a coordinar el trabajo del personal que iba creciendo.
Todo empezó con “Carmela, mi suegra, que estaba trabajando en el Ayuntamiento y me pidió que fuera a limpiar a la Casa de la Cultura, y así empecé y de ahí a 1985 cuando se fundó la empresa con mi marido”.
Tal respuesta tuvo en una ciudad que precisaba su aportación, que fueron contratando a personal hasta llegar superar el centenar. “Yo empecé limpiando y con el paso de los años me encargué de la organización de los horarios para que cada mujer supiera dónde tiene que ir y cumplamos con lo que el cliente necesita”.
Con niños en casa, “tenía que dejarla preparada, empezaba a las 8, salía a las 2 y luego a casa hasta volver por la tarde de 5 a 8. Tener un crío es lo mejor que te puede pasar en la vida, pero te obliga a cuidarlos, llevarlos a los colegios y estar con ellos cuando te necesitan”.
De ahí su magnífica relación con sus compañeras. “Como yo empecé limpiando y criando a mis niños, sé lo que necesitan y piensan las mujeres que trabajan con nosotros. Una madre es algo insustituible”.
En el día a día, “lo más complicado es poder responder a las necesidades de los que te llaman. Esto no es un parque de bomberos que tiene a personal esperando la llamada. Aquí tienes que cubrir tu día a día y las urgencias”.
Desde 1985 hasta hoy, “lo que más ha cambiado son los materiales. Antes había unos palos para limpiar y hoy se tienen mopas, aspiradoras, bayetas para varias superficies…”.
La pandemia sin duda ha sido algo a lo que tuvieron que afrontar. “Desde que surgió, la gente siempre ha colaborado. Compramos equipos especiales y sabíamos que teníamos que acudir a trabajar, a pesar del riesgo. Hoy, hay fábricas que nos siguen pidiendo limpiar, como en el confinamiento, la zona de trabajo ante el cambio de turno”.
Lo que necesita la mujer
Carmen lo tiene claro: “Más guarderías y facilidades para ser mujer, tener hijos y trabajar. Al estar en la calle, te cuesta más llevar la vida en casa y en la empresa. Hoy los hombres ayudan más, pero aún tienen que cambiar la mentalidad”.
Carmen, una mujer que “más que una jefa, es una amiga, una compañera”, nos dicen varias mujeres mientras le hacíamos la entrevista. Un ejemplo de una empresa familiar donde el trabajo y la familia están siendo en el mismo plato del hogar.