Pensar en los churros con chocolate de Churrería Virgen de los Dolores es hacer que la boca se te haga agua. Y eso lo han conseguido Juan Guerrero y su mujer Lola Varo, mano a mano.
Para los que hemos tenido el placer de desayunar sus churros, nos parece una bendición que un día decidieran abrir la churrería. Pero para ellos, parecía una locura: “Yo llevaba 33 años trabajando en obras civiles, puentes, túneles… y cuando vino la crisis tocó reciclarse. Todo salió de un viaje que hicimos con unas parejas que nos empezaron a decir de broma que pusiéramos una churrería en la urbanización La Quinta. Pedí los permisos, acondicionamos la cochera y empecé a practicar durante dos meses hasta conseguir el producto que yo quería. Abrimos un mes de septiembre de hace 14 años y hasta hoy”.
Mucho más que churros y chocolate
Cuando hablamos con Juan y le preguntamos cómo fue ese momento en el que abren al público, nos dice: “Comenzamos con mucha ilusión, yo he sido siempre un hombre emprendedor, no he tenido miedo a nada, hay que echar para delante como se pueda, y con dos niños, hipoteca… hay que tirar para delante. Y esa ilusión ahora es más que antes, cuando comenzamos, porque ves a todo el mundo hablando maravillas del producto, nos sentimos súper orgullosos, orgullosos del producto y de nuestra clientela”.
Esa ilusión con la que comenzaron no quedó solo en churros. A parte de churros, en Churrería Virgen de los Dolores tienen pollos asados, parrilladas por encargo y “unas excelentes patatas fritas caseras, que son peladas, picadas y fritas por nosotros en sartén. Aquí no hay nada de un día para otro, todo es fresco”.
“Vivir y trabajar juntos se lleva estupendamente. Llevamos juntos 43 años, ya con solo mirarnos sabemos qué nos queremos decir, no hace falta ni decir palabra. Va llegando el momento de descansar”, concluye Guerrero.
