El silencio engloba no solo la ausencia de personas o sonidos en un espacio, sino la admiración de las personas que están delante de un espectáculo. A pesar de la pandemia, Ana Pastrana no ha dejado de buscar cómo darle un quite al virus y ha encontrado en la Peña Luis Perdiguero de la Plaza de Toros su lugar de “destierro” a la espera de volver a las dependencias municipales.
De momento, el fin de curso lo pudo hacer por todo lo alto en el Patio del Ayuntamiento, donde en dos pases a las 20 y 22 horas, con todas las medidas de seguridad y mascarillas puestas, fueron saliendo desde las más pequeñas a las más grandes, para mostrar a sus familias y amigos lo que se aprende con Ana Pastrana.
Fue un homenaje al Flamenco, sus artistas, proyectando fotografías acompañadas de voces que llenaban los espacios del patio conventual, mientras que el movimiento de Ana Pastrana, con la genialidad de David de Ana a la guitarra y la voz de Manuel de la Curra al cante, fueron guiando la ida y venida al escenario de su escuela.
Con la luz del atardecer en la primera sesión y la de la luna en la segunda, el escenario fue desbordando talento y esfuerzo de una escuela que ha sabido superar la pandemia.
Los hijos nos dejan sin palabras, y esa sensación se respiraba entre las sillas, donde las familias se mostraban embobadas y quien tenía algo de fuerza, se acercó a la fuente para grabar y captar fotografías como si la mayor estrella estuviera actuando en su tierra.
No tiene más talento el que más protagonismo tiene ni el que sale en la televisión. El éxito de un arte es emocionar y esta escuela volvió a demostrar lo que transmiten con el baile y el flamenco.
Las mascarillas acentúan las miradas y los ojos, muchos de ellos brillantes, mostraban la satisfacción de unos padres que veían cómo sus hijas hacían retumbar el patio con su taconeo en las tablas.
Todas unas estrellas, desde Victoria Amador ‘La Rubia de Antequera’ hasta cualquier niña y muchacha que no pararon de subir y bajar, cambiar de indumentaria y estilo para dejar una noche de verano en el Patio del Ayuntamiento de Antequera.
Era una noche de embrujo donde aunque la viéramos, algún día podremos presumir que vimos el arte de Ana Pastrana, reflejado en su constelación de estrellas que forman su escuela que lo dio todo, como siempre.
