viernes 22 noviembre 2024
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Ésta no es la Navidad que yo quiero

Cada vez que visito nuestro comedor social San Juan de Acre en Sevilla, lugar donde se suministra, comida para casi trescientas personas diarias, y cuantas veces me asomo a la calle para encontrar una larga hilera de personas a las cuales no poder concederles ni un mendrugo de pan. La pena me ahoga el alma, máxime en unos días tan especiales en cada casa.

Según los tiempos, hay navidades muy distintas, de la misma manera, personas que viven intensamente estas fechas, y otras, tan sólo desean que pasen lo más pronto posible, bien porque no les agrada, bien por perdida de seres queridos, o simplemente que no son partícipes de ello, por cualquier otro motivo. Pero hoy en concreto, escribiendo este modesto artículo, tan sólo recuerdo, no ya a los que me faltan de familia y de amigos, sino de todos aquellos que padecen algún tipo de enfermedad, y que conocemos muy bien, o por aquellos, sobre todo niños que las malditas guerras se llevan sin razón ni causa. Todos somos criaturas de Dios.

A nadie le está permitido disponer de la vida de nadie, violencia de género, secuestros, asesinatos, maltrato, comportamientos incomprensibles del ser humano carente de seso, cargado de sin razón y hasta donde llega el poder del odio, la venganza, entre personas.
La educación en nuestros hogares se descuida quizá, y por ende se refleja en nuestros hijos y peques, dejándoles hacer todo por aquello de que no se nos moleste. Se lo damos todo lo que podemos y esté a nuestro alcance sin darnos cuenta que quizá lo estemos haciendo mal.

Si todo en esta vida lo conseguimos a base de mucho sacrificio y un grandisimo esfuerzo, sin más y por ello, creo recordar mi niñez, lo agradecidos que éramos por cualquier chuchería, o pequeño juguete que nos dejaban los Reyes Magos.

Hoy, veo arcones cargados de juguetes que tan sólo han servido para sacarlos de sus envases, y ya a los tres días, arrumbiados como un trasto viejo, sin el menor interés por ellos.

Pienso ahora, detenidamente, en todos aquellos niños que en el mundo no tienen nada, en países donde la pobreza es su vivir diario, y su único juguete, es complacer el hambre, por el que se mueren a diario ingente cantidad de ellos.

Ruego estimen mis pobres y torpes palabras y ruego que no entiendan que esto pueda inducirles a creer que es un sermón, ni mucho menos, antes bien considerar con objetividad, que para alcanzar cualquier meta en la vida, hay que luchar por ello, con todo el esfuerzo posible, ya que los caminos que deben seguir en la vida, sobre todo nuestros peques, no están llenos de rosas, serán pedregales y altísimos montañas que deberán cruzar en sus vidas para la obtención de sus objetivos.

En estos días, pensemos tan sólo un poco en la caridad que acompaña al ser humano, intentando ayudar con lo que podamos, por ejemplo con una sonrisa y una buena carga de paciencia, plena de ilusión para al menos, alegrar a ese niño que con los ojos desorbitados de alegría, contempla las magníficas luces navideñas, que tan amablemente nos pone año tras año nuestro Ayuntamiento.

Carguemos un año más nuestro carrito de la compra diaria, con esas buenas maneras, con amor para todos nuestros semejantes, con esa sonrisa sincera que tanto demandamos y necesitamos.

Dejemos atrás esos espetonasos cargados de acritud, tan irascible, por estos tiempos tan complejos en los que nos encontramos, y que nuestro ejemplo sea como esa piedra que lanzamos al lago, donde sus hondas de amor, se esparzan por el universo y sean cargada de paz.

Quiero expresar públicamente mi agradecimiento hacia todas las personas que sigue mis escritos, en ésta mi Columna para el Relax, así como también a todas las buenas personas que adquieren y leen nuestro querido El Sol de Antequera, Decano de la Prensa Malagueña.
Tan sólo me resta desearles unas Felices Navidades y que el próximo Año Nuevo llegue cargado de toda clase de venturas.

Un fraternal abrazo en Cristo Jesús.

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