El Museo de Antequera (MVCA) incorpora un ‘Zurbarán’ a su galería pictórica enriquecida con la ‘Colección Delgado’ que ya aporta a Velázquez, Juan de Pareja, Murillo o Goya. Se trata de ‘La Virgen con el Niño sosteniendo en la cruz’, atribuido al pintor en su última etapa, según respalda Rafael Romero del Estudio de Restauración ICONO e Ignacio Cano Rivero, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Ha sido presentado en la mañana de este miércoles por el alcalde Manuel Barón, la teniente de alcalde Ana Cebrián, el director del MVCA José Escalante, Adriana Ferrín y Adolfo Ferrín, quien desde junio del pasado año, cede, de la Colección Delgado quienes desde junio del pasado año, ceden obras de Velázquez, Murillo, Valdés Leal, Jacques Bellange, Alonso Cano, Carducho, Herrera ‘el Viejo’, Goya entre otros artistas; junto al mismo Rafael Romero Asenjo. El cuadro fue adquirido en Alemania y tras su restauración, se ha atribuido a Zurbarán, basándose en ‘La Virgen con el Niño’ expuesto en una muestra en Bilbao que pertenece a su última época de pintor.
“La Virgen con el Niño sosteniendo la cruz”
Rafael Romero Asenjo, del Estudio de Restauración ICONO en Madrid, donde se han restaurado e investigado sobre varias pinturas del pintor Francisco de Zurbarán (1598-1664), destaca que este lienzo que se incorpora a la Colección Delgado en el MVCA “es uno de los mejores ejemplos del interesante periodo de actividad del pintor en Madrid”.
Se trata de la fase “más tardía de actividad del pintor, en el que adapta sus técnicas pictóricas y materiales para estar en consonancia con lo que se estaba haciendo en la capital de la Corte en ese momento”.
Destaca la “singular sofisticación en la manera de realizar el manto azul, empleando como pigmento principal el lapislázuli, un exclusivo pigmento azul que los pintores de primer ya empleaban en Madrid en esos momentos”, totalmente diferente a lo que había hecho durante toda su vida en Sevilla.
Despliega “una técnica pictórica de extremada sensibilidad y efectos atmosféricos, tanto en el tratamiento de la luz como en el uso del color, en una obra que, por otro lado, se ha preservado perfectamente”.


La atribución a Zurbarán
Ignacio Cano Rivero, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla y especialista en el pintor, es quien ha publicado el primer artículo sobre esta atribución “desconocida hasta ahora”. “Sus características la sitúan con claridad en la producción de los últimos años de Zurbarán, época que el pintor pasó en Madrid”. Fue cuando abandona “casi por completo la producción de ciclos pictóricos para dedicarse a obras de carácter más íntimo y devocional, de menor formato y en su mayor parte protagonizadas por la Sagrada Familia o solamente por La Virgen con el Niño, como es esta obra que aquí se presenta”.
La obra del Museo de Bellas Artes de Bilbao, fechada en 1662, firmada y fechada tan sólo dos años antes de su muerte, titulada “La Virgen con el Niño y San Juanito”, es el referente que expone para “la comparación y construcción de los rasgos que definían lo que, con una afortunada expresión, se ha denominado La obra final de Zurbarán”.
Hace 25 años, en la exposición que organizó el Museo de Bellas Artes de Bilbao, comisariada por Alfonso Pérez Sánchez, “puso el acento en el análisis de la obra postrera de Zurbarán, en sus particulares características formales e iconográficas, que manifestaban una renovada sensibilidad, dando lugar a la consolidación de una nueva etapa, bien definida actualmente en la historiografía sobre el pintor”.
Esto ha abierto nuevas atribuciones como este cuadro de Antequera. En el artículo del catálogo de la exposición de Bilbao, Pérez Sánchez sobre estas obras, “comentaba que si bien, ciertamente, el pintor modifica algunos de sus rasgos propios del resto de su producción, no por ello perdía su personal estilo”.
La “lectura amable y la comprensión asequible de esta pintura la acerca a la elocuente e intencionada expresividad que presenta la obra de los Wierix, que corresponde a bastantes años antes, a la simplicidad de las composiciones vinculadas a Rafael o a Durero”.
La Virgen y el Niño “establecen un diálogo que gira en torno a la cruz que está representada entre ellos. Sostenida con firmeza por Jesús, que la dispone entre él y su Madre, anticipa el episodio de su Pasión y muerte, que sucederá indefectiblemente, y que Jesús Niño ya acepta con su abrazo al madero,ante la expresión de dolor de su Madre, que conoce, a través de las escrituras, lo que ha de suceder”, termina Cano Rivera.






