Recorrer las calles de Antequera disfrutando su Patrimonio es un ejercicio que todos deberíamos practicar. Alimenta el cuerpo, el alma, el espíritu, disfrutar de la historia que entre los muros dejaron nuestros antepasados, dejando así una huella indeleble tanto para la ciudad como para sus ciudadanos.
El ciclo ‘Málaga de Libro’, organizado por la Diputación de Málaga, tiene mucho de ello. Realzar la riqueza de la ciudad creando un vínculo literario y singular. Eso logró el autor Víctor del Árbol en nuestra ciudad este miércoles 27, extendiendo una red de memoria y raíces entre su novela y esta tierra, Antequera.
La singularidad de un lugar como Antequera, su identidad y su riqueza han permitido que esta actividad recale en ella, en ese paseo que está realizando por la provincia de Málaga.
La gestora cultural, Cristina Consuegra, ideó la unión entre Antequera y el autor Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) para fabricar una cita donde ensalzar la riqueza patrimonial antequerana, muy basada en su historia y memoria, con una obra literaria que habla precisamente de eso, de historia, raíces y viajes personales: “El Hijo del Padre”.
Esta ruta celebrada este miércoles 27 de julio en la caída del atardecer, permitió a los presentes conocer un poco más a este escritor, ganador en 2016 del Premio Nadal por “La víspera de casi todo”.
Se tejieron varios hilos entre la historia de su novela y la propia de esta tierra, comenzando la visita en la Plaza de las Descalzas, donde se partió con la presentación del autor, de su obra, lo que se iban a encontrar durante el camino a recorrer.
Nada tiene que ver Antequera con “El Hijo del Padre”, pero supieron conjugar cada uno de sus rincones con el desarrollo particular que Víctor del Árbol presenta en su escrito. Similitudes que nada tienen que ver o sí, porque al fin y al cabo, hay historias que se tejen en la oscuridad, en la ausencia de la mirada del que escruta, para concluir uniendo cabos de un lado y otro.
La visita continuó por el Archivo Histórico Municipal, donde se fijaron en la importancia de las raíces de este espacio, como lo son en la obra, y también en la propia vida del escritor. Tras escuchar algunas páginas de su libro, que el propio Del Árbol leyó en cada uno de estos rincones, pasaron a la Plaza del Coso Viejo, para centrarse en el lenguaje, en el peso del relato, de la autenticidad, mentira, la verdad que se narra en la historia.
Siguieron en la Plaza de San Sebastián, para viajar a la tradición, a la reflexión política personal y a la dimensión dinamizadora de la Literatura.
Tras estos pasos, estableciendo hilos sobre Antequera y la obra, el autor pasó a la Real Academia de Antequera, donde se vivió un coloquio con los asistentes, profundizando más sobre esta obra profunda sobre ella.
Su libro, su forma de escribir, sus raíces
Antes de dicho coloquio, Víctor del Árbol, nos atendió para hablarnos de esta historia, donde el dolor está muy presente. “Hay una forma de dolor que es como un grito de ayuda que es lo que me gusta hacer en mis novelas. El dolor forma parte de la vida, no hay que traumatizarlo, ni idolatrar el dolor, pero forma parte de la experiencia humana. A mí me interesa la parte del dolor que es capaz de transformar, es decir, cómo se superan los traumas familiares, los personales, cómo se superan los traumas históricos. Porque el dolor te da la medida exacta de quién eres tú, de lo que tú hagas con ese dolor es de lo que depende quién eres. Hay personas que se resignan, hay personas que culpan a los demás, hay personas que se vuelven vengativas, que se amargan; y hay personas que renacen, que se reinventan y que aprenden de ese dolor. Soy muy optimista, a mí me gusta creer que las personas que han tenido un contacto directo con el dolor extremo, pueden sufrir la transformación en sentido positivo. Pueden valorar más la familia, el entorno, la vida. Pienso que si no existiera el dolor no entenderíamos lo que es la vida”.
Usa en esta novela y también en otras, el narrador omnisciente de una manera magistral, manejando al lector gracias a ello. Nos explica que lo hace por aportar “dos puntos de vista narrativos distintos. Si lo usas en primera persona, tú ves lo que él ve, escuchas lo que él escucha. Es como una especie de dios, una cámara que lo ve todo. En este libro es un juego muy interesante, se combinan los dos, en un capítulo es el protagonista que habla en primera persona y nos cuenta su visión subjetiva de lo que ha vivido. Y luego, en el siguiente, es el narrador omnisciente, el que nos ofrece una visión más amplia de esa misma realidad. El lector tiene elementos de juicio para formarse su propia opinión, sabes cuando el protagonista se está equivocando, cuando te está mintiendo; incluso puedes anticipar cosas. Es una manera también de empatizar con el personaje”.
El protagonista de la historia hace un viaje personal a sus raíces, pero ¿dónde están las raíces de Víctor del Árbol?: “Aunque parezca una frase hecha, yo creo que mis raíces están en una biblioteca, porque soy hijo de la inmigración, mi padre es extremeño, mi madre andaluza, soy ‘charnego’, es decir, catalán de cultura castellana nacido en Barcelona. Las raíces están donde uno se siente quién es, y yo siempre me he sentido quien soy rodeado de libros, en una biblioteca, escribiendo, imaginando, leyendo. Mi patria es la literatura”.
En la narrativa de ‘El Hijo del Padre’, Del Árbol hace un importante repaso a la historia de este país, nos manifiesta que queda “lo que queda es la sensación de haber vivido una época importantísima de la historia de este país, de transformación. De ver cómo esa España pequeña, que viene de años y años de cerrazón, de repente se abre, se convierte en un país europeo, un país rico, con los problemas de los países ricos. Y con los problemas que se suponen en cuanto a pérdida de valores, de referentes, de memoria. Entonces me pareció muy importante escribir una novela como una instantánea que homenajea a esas generaciones que hicieron a esta España posible”.
Y por eso es tan importante la Literatura, que no es algo vacío: “Básicamente lo que me gusta, leer y escribir, es aquello que explica lo que somos, o que por lo menos, se lo cuestiona; porque sino para mí no tiene sentido la historia”.
El poso que deja Antequera en el autor
Nos confirmaba que venía a Antequera por primera vez, pero siempre que va a alguna ciudad le gusta investigar, documentarse sobre la misma y que nuestra tierra le encantó.
En este sentido, nos atrevemos a preguntarle si Antequera puede estar en alguno de sus libros: “Sí, he descubierto que tenéis una historia apasionante, no sólo desde la época de la Reconquista, de la Edad Media, sino también contemporánea. Me interesa mucho siempre el tema de la Guerra Civil y Antequera tuvo un periodo muy convulso. Esa parte de pasar de las colectivizaciones, de la revolución, el principio del alzamiento, luego la represión franquista… Me interesaría ver cómo ha influido en la convivencia cotidiana, cómo los descendientes de las familias cuentan esa memoria, me parece muy interesante. No descarto utilizarla como escenario para una novela”.
Estaremos atentos a sus próximos proyectos donde nuestra ciudad podría ocupar un lugar en su narrativa, algo que sería un orgullo.