El mundo de los banquillos futboleros es uno de lo que más curiosidad marcan. Tanto por su dificultad, si no has jugado a cierto nivel, como por su dedicación. Ya descubrimos a paisanos como Curro Pérez o Rafa Montenegro, que se unen a nombres más conocidos como Pedro Murciano o Vicente Ortiz. En esta edición os presentamos a Sergio Ortiz Melero, un joven de tan solo 24 años que tras pasar por el cuerpo técnico de clubes como el Huétor Vega, Huétor Tájar o Ibiza B, incluso vivió una experiencia entrenando en Estados Unidos, y ahora está metido de lleno en la estructura del Granada Club de Fútbol, en Primera División.
En este club realiza las funciones de segundo entrenador en el Juvenil, como gran escudero de Juan Antonio Milla, los cuales lideran un equipo que se ha metido en octavos de Copa del Rey y que tiene varios nombres que están cerca del paso previo al filial.
La melodía de la historia de Sergio suena armoniosa, conecta al instante, pero por supuesto hay mucho trabajo y sobre todo una pasión muy arraigada por el fútbol: “El fútbol siempre estuvo presente en mí ya que estuve jugando en categorías inferiores del Antequera hasta juveniles. Sin embargo, por problemas cardiacos relacionados con arritmias tuve que dejarlo. Fue en el tercer año de carrera cuando notó una inquietud por entrenar y me encargo de un equipo alevín en el Ogíjares 89 CF. Esa experiencia abre una etapa que llega hasta la actualidad ligada a este mundo”.
Sergio comenzaba en este pueblo granadino su aventura en los banquillos. Hasta llegar al Granada vinieron más equipos y sobre todo mucha preparación para mejorar constantemente y mirar de frente la exigencia de un club de la máxima categoría del fútbol español: “Somos afortunados de poder entrenar en un contexto semiprofesional, entrenando por las mañanas, por ello, intentamos dar nuestra mejor versión a diario para poder ofrecer a cada uno de los jugadores el trato y el nivel que merecen”.
Precisamente, el Granada se está caracterizando por dar oportunidades a jóvenes talentos: “Ojalá en el futuro pueda ver caras que veo a diario este año, en Primera”. Sobre sus objetivos, hay ambición, pero sobre todo constancia y conocimiento de que el trabajo es la única vía válida: “Quiero seguir mejorando”. En referencia a los sueños, como le decía un entrenador, “la suerte se trabaja” y para cumplir sueños “necesitas de un pellizco grande de suerte. Es por eso que intento centrarme en el trabajo, el cual me ayude a conseguir esos sueños”.
Ortiz también es consciente de lo necesario del apoyo de la gente que más le quiere y conoce: “Esto no podría haberse producido sin la ayuda constante por parte de mis padres (Pívet y Gracia), ya que su apoyo constante tanto a nivel económico como moral han hecho que pueda seguir adelante con cada uno de los proyectos en los cuales tuve la suerte de pertenecer. También siento la necesidad de mencionar a mi hermano, Raúl. Y muy especialmente a mi abuelo Eugenio, que nos dejó hace unos días, y sin lugar a dudas, él era una fuente de alegría e inspiración cada vez que venía a Antequera para visitar a la familia y recargar pilas. Siempre lo llevaré conmigo por todo lo que me aportó como persona”.
