Cuando se reunieron en Antequera representantes de todos los partidos políticos andaluces, incluyendo a los llamados “menores” como andaluces que eran, se fijaron unos objetivos, unas líneas de actuación que convinieron, aceptaron y se comprometieron a cumplir desde el más grande al más chico, pues era su objetivo “levantar Andalucía”, engrandecerla, acercarla al nivel de otras regiones españolas con las que había –¿había?— grandes diferencias en lo económico, en lo social.
Desde aquél 4 de diciembre de 1978, ya ha llovido, pero no creemos que nadie pueda decir que se han cumplido los objetivos. Innegable que se ha avanzado en algunos campos, pero la situación andaluza podía ir mucho mejor pues hemos dispuesto de oportunidades para ello, con lo que, en lugar de poder celebrar el cumplimiento de aquellos idealistas objetivos, nos encontramos, ahora mismo, con una situación en la que Andalucía es la región española, con más paro que nadie, más “recortes” que nadie, más necesidades que nadie.
Y eso a pesar del esfuerzo de muchos andaluces por solucionarlo, por sacarnos de donde estamos, por mejorar y quitarnos de encima tantos sambenitos que nos cuelgan; muchos andaluces que se empeñaron en cumplir lo que se pedía a todos en 1978, unión, esfuerzo, trabajo, ilusión en la tarea común que a Andalucía, es decir a todos los andaluces, nos vendría bien. Así surgieron muchas grandes empresas, macro-cooperativas, industriales, políticos incansables, honrados, entregados todos a la tarea…
Pero de poco sirvió, pues la situación general es la que decimos. ¿Por qué? Por los malditos “eres”, por la cantidad de granujas y sinvergüenzas, de ladrones, que se apropiaron de un dinero que estaba bien destinado, pero que ellos “desviaron” a sus bolsillos, a sus grupos, en sus propios beneficios, con lo que evitaron que miles de andaluces se formaran en materias y trabajos nuevos que les permitieran adecuarse a nuevos empleos; que miles de estudiantes se formaran mejor; que miles de enfermos fueran tratados mejor sin hacerlo a costa de la vocación de los sanitarios obligados a trabajar más de lo normal en profesiones en las que hay que estar muy tranquilos; que centros sanitarios, docentes, estuvieran a pleno rendimiento; que no subieran tanto impuestos y se hicieran tanto recortes hasta percibir salarios –y no digamos pensiones— mínimos…
La Justicia actúa, pero como tampoco tiene todo lo que necesitaría, es lenta, muy lenta y el aspecto de los Juzgados, como algunas veces se ve, es de tercer mundo: montañas de expedientes, de papeles; listas enormes de “imputados”, incluso antiguos Presidentes, que ya es imputar, y que se escudan en aforamientos sospechosos, pues si no temieran nada, no tendrían que acudir a esos “escudos protectores”… Y nadie, nadie, ha devuelto un duro.
Quienes se reunieron en Antequera en 1978, seguro que piensan que no es esto lo que querían. En manos de todos está poner el remedio… Y hoy copas, celebraciones… ¡Pobre Andalucía… Pero ¡Viva Andalucía!