Creemos que fue la Reina de Inglaterra, la que calificó como «horribilis» un año de desastres en la Gran Bretaña, que en lo que a lo familiar le afectaba, nos parece que fue 1992, incluyó la separación de sus hijos Carlos y Andrés. Bueno, pues locos estamos a ver si se va este 2012 –si es que los mayas se equivocaron–, que no ha podido ser más negativo para uno de los pilares que mueven la vida diaria: el económico. Lo primero, decimos siempre, la salud, pero si no hay dinero, malo hasta para la salud, como preconizan –¿quién llevará la razón, legisladores o profesionales y afectados?– quienes protestan por esos recortes que los unos dicen que no, pero los otros no paran de gritar afectarán a la salud de los mayores, de los niños, de quienes reciben alguno de esos servicios especiales que dicen se van a ver tan afectados como quienes ya tenemos que pagar las recetas del Seguro, en mayor o menor cuantía, medida dolorosa que habrá costado trabajo tomar, pero que ahí está.
Nuestros políticos están como siempre, los de la oposición reprochando, quejándose, criticando; los en el poder, recordándoles –aunque nos da la sensación que sin la fuerza suficiente– que todo parte del desastre que se encontraron «en las cuentas». Trampas brutales a las que hay que responder de la única manera posible, es decir, pagando. Y lo malo es que no pagan quienes originaron esos «errores» –estamos en tiempos navideños y vamos a utilizar una expresión piadosa– sino que los pagamos todos, desesperados, porque encima, ellos mismos son los primeros en criticar. ¡País!, que decía el escritor.
Pensando que el motor de todo está en el dinero, se busca por todos sitios para sanear bancos, pero éstos sanean sus cuentas, aseguran la rentabilidad a sus socios, y siguen pidiendo, cuando si ese dinero se destina a la pequeña y mediana empresa, hubieran producido riqueza, generado puestos de trabajo, «movido» el mundo económico, al decir de otros expertos, cuya opinión nos parece tan respetable como la de quienes aplauden la ayuda bancaria. Lo que fastidia, es ver que un banco español patrocina ¡la NBA!, o a Liga de fútbol española, en lo que se tienen que dejar un porrón de dineros que rendiría más invertido en esta tierra tan necesitada de ello. Alguna explicación habrá, pero… Y mientras, suben la luz, el aceite, los impuestos y tantas cosas ante las que los españoles comprendemos que el Gobierno no tendrá más remedio que consentirlas, pero como se suman a congelaciones de pensiones o supresión de pagas, hacen que nos acordemos de familiares muy directos –los pobres no tienen la culpa, pero es contra quien acudimos siempre– de quienes nos han metido en este lío.
Por eso, fritos estamos porque se acabe el año, y esperar que el próximo, a pesar de sus últimos dígitos, nos traiga otro aire, más fresco, con más vergüenza, con más ilusión, con más esperanzas, con más ganas de trabajar todo el mundo remando en el mismo sentido y no cada uno tirando de la pala hacia un lado… ¡Amén!