jueves 21 noviembre 2024
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Ante una sociedad que siembra odio, mucho odio

Atentos a las noticias, en más de una ocasión, hemos escuchado decir a niños: “¡No, otra vez el telediario, no!”. Cuando te lo dicen una, dos o tres veces, te puedes enfadar, pero a la cuarta le dices: ¿por qué no te gusta? Y la respuesta es tajante: sólo salen noticias malas y hablando de política.

Con tan poca edad, pero una afirmación categórica. Nos estamos acostumbrando a fijarnos sólo en lo negativo y en las discrepancias políticas. Algo pasa en nuestra sociedad, que asume como normal el egoísmo, el odio, el rencor, las injusticias, la maldad, el mal… Pero, ¿así somos de verdad? Somos de los que creemos y confiamos que no sea así, pero algo habrá que hacer para evitarlo.
Paren por un momento, reflexionen en su alrededor. Si no estoy de acuerdo con alguien, me salgo del grupo de whatsapp, difundo malos hábitos suyos, lo censuro y le cierro puertas. “Ten cuidado con éste, que…”. “¿Qué hacías hablando con…?”. Y hoy, que no somos capaces de parar los pies a nadie, nos callamos y lo asumimos y alejamos a personas de nuestro entorno.

En nuestro día a día, ¿alabamos al que tiene un gesto bueno? ¿Difundimos sus buenas acciones? ¿Le ayudamos y abrimos puertas? Pocas veces, pero no será porque haya más acciones tolerables y destacables que las contrarias. Pero lo malo es lo que se lleva.
No es algo nuevo, está en nuestro día a día. En el fondo, la mayoría de personas tienen su bondad, hay que saber buscarla y destacarla. Los hay que no, que son los menos, aunque sean los que más suenan.

Luisa Casero apunta muy bien en su artículo de este sábado, algo parecido. Señalamos con el dedo a quien hace algo mal y metemos en el mismo saco a todos los demás. Cuando la gran cantidad de personas intentan realizar el bien, con buenas obras y acciones. Pero no provocan ese efecto dominó de las redes sociales y cada día noticias más que interesadas.

Si esto es lo que vivimos, ¿cómo están creciendo nuestros hijos? ¿En qué tipo de sociedad? ¿Con qué valores? Tenemos que hacer algo, porque si lo que nos dieron nuestros padres está desencadenando en estas situaciones, imaginen lo que les deparará su futuro.

Los medios de comunicación, los organismos, las instituciones, los representantes políticos tenemos una gran responsabilidad. Nos quedamos con un mensaje en una red social, en el titular, y no pinchamos en la noticia. Esta semana, sin ir más lejos, lo hemos podido ver en la investidura fallida de Feijóo. Siguen existiendo “las dos Españas”. La que quiere ganar y la que intenta aniquilar a la otra. Siguen sin comprender que todos somos España, que en ella cabemos todos. Pero no hay manera.

Si los seguidores de un líder político o de un periodista, leen y comparten mensajes extremistas y de odio, ¿qué vamos a esperar de los ciudadanos? Ojalá un día alguien quiera ser presidente de un gobierno, por sus propuestas, dejando atrás los ataques del pasado y al adversario. Ojalá haya un día donde el equilibrio, la concordia, la normalidad… hagan que veamos lo que nos une y no lo que nos separa.

Al final, depende de cada uno, de quien dé el primer paso. Si lo hacemos desde pequeños, al llegar a mayores podemos cambiar el mundo. Porque todos tendremos la oportunidad, tarde o temprano. Las prisas y las formas no son aconsejables por el interés común, si es que aún lo tenemos en nuestro horizonte.

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