Sábado 23 de enero. Si le preguntamos, amable lector, por su día a día: ¿además de buscar su bien, piensa en los demás? Si esta pregunta la ampliamos a colectivos, empresas o administraciones públicas, creemos que se complica bastante. Cada día somos más individualistas, por no decir egoístas. ¿Qué nos está pasando? ¿No es con lo que hemos crecido?
Nos viene al caso un ejemplo que ha sido noticia en Antequera esta semana: Federico Esteban Vílchez.Director de banco de profesión, antequerano de pasión, enamoradísimo de su mujer, persona comprometida con sus creencias y referente de las cofradías.No tuvo hijos, pero sí sobrinos, de sangre y de vida. ¿No le llamaban “tito Fede” por calle Mesones? Lo recordamos desde pequeños como una persona cabal, educada, fiel, comprometida y dialogante.
No le recordamos hablar mal de nadie, al menos en público. Luchó por su cofradía, la de la Pollinica; pero también lo hizo por todas las demás, ya fueran de Penitencia, como las definía él, como de Gloria.Puestos a darle una valoración, podríamos decir que ha sido el mejor presidente de la Agrupación de Cofradías de los que hemos conocido. No sólo por él, sino por el equipo que tenía y por las circunstancias que se vivían.
Eran años en los que el Obispado de Málaga, con Ramón Buxarrais al frente, buscó a las cofradías para abrir escuelas de teología, llenar las parroquias, dar un vuelco en las catequesis; pero también para reorganizar hermandades, promover coronaciones canónicas. Una suma de ambas partes, porque la Iglesia son todos.
Unos tiempos donde él, como presidente, acudía con quien hiciera falta a solventar algún problema o recuperar alguna tradición o devoción. Nos vienen a la mente los cultos de la Virgen del Rosario, los Remedios y Santa Eufemia.
Y en Semana Santa, junto a Francisco Rosales, consiguieron que la Soledad volviera a procesionar y antes, que el Resucitado cerrará las procesiones. En su plenitud, el problema con su riñón le obligó a retirarse antes de tiempo y empezó unos lustros donde las enfermedades se le presentaron en forma de cruces, pero él tuvo a su Cirineo, su mujer Remedios, sus hermanos, sobrinos y amigos.
Nunca se quejó, se resignaba a lo que el Señor le mandara. Siempre ofreció “Consolación” a quienes acudían a él y “Esperanza” con los que compartía momentos.
De los últimos que recordamos, el vivido el 7 de marzo de 2020. ¡Que le pregunten a Paco Pepe y a todos los pregoneros que estuvieron con él desde mediodía hasta por la tarde!Luego siguió en su última casa, San Juan de Dios, donde hasta el último día que pudo, participó de la Eucaristía, leyendo, acompañado de su esposa. Hasta que el Señor le llamó para rezar en el Huerto de los Olivos del Cielo.
A todos los que hoy están llamados a mantener las cofradías, que no olviden lo que hizo Federico, como antes pudieron hacer Antonio Bracho, Pepe Villalón entre otros muchos. Lo importante: es sumar y acompañar; y no pensar sólo en uno.
Se nos va otro personaje de la Antequera del color sepia, que lo dio todo por su familia, sus cofradías y su Antequera. ¡Por más momentos como los que él estuvo al frente de tronos, cofradías o Agrupación! Por actitudes de sumar y estar todas las cofradías y la Iglesia, porque todos somos uno.