Quienes son padres recordarán el día del nacimiento de sus hijos como uno de los acontecimientos más felices e inolvidables de sus vidas. No hay mayor alegría que poder ver nacer a un criatura, abrazarla y besarla por primera vez.
Hasta ese día se habrá decidido su nombre, padrinos, el color de la habitación, la lista de regalos… Y empieza el día a día del crecimiento de un bebé que es todo amor y felicidad. Luego vienen las enfermedades, los desvelos, la primera caída, la guardería, el colegio…
¡Nos preocupamos de tantas cosas y… no nos centramos en abrazarlos, hablar con ellos, besarles más y vivir intensamente con ellos! Pronto llegarán a la adolescencia y decidirán su futuro, su forma de ser, sus amigos, sus estudios, su tiempo libre, su estilo de vivir.
Tras los trágicos sucesos del viernes pasado en Antequera, en una de tantas preguntas que nos hicimos nos vino a la cabeza lo que estarían pensando sus padres. Toda vida es complicada, difícil, dura, pero no caemos en lo agraciados que somos por estar vivos. Quizá con la muerte y más cuando no es esperada, es cuanta más rabia tenemos y padecemos.
No recordamos en nuestra joven memoria un suceso como éste. Un barrio entero en la calle, ¡televisiones dando en directo el entierro!, decenas de mensajes por whatsapp o redes sociales. Es la sociedad en la que vivimos, para lo bueno y para lo malo.
¿Lo que hemos vivido estos días es lo que queríamos cuando estábamos esperando ese momento mágico del alumbramiento? Obviamente, no es así. Pero habría que pedir una reacción, pacífica, de cambiar esta sociedad, desde que nacemos hasta que morimos.
Las familias, los amigos, los colegios, los barrios, las ciudades… tienen que ser cuna de valores de respeto. No todo vale. No se pueden repetir escenas como las padecidas, ni otras tantas injusticias que se viven día a día.
¿Y qué podemos hacer mientras? Poner cada uno de su parte para vivir en paz, sin presiones, sin coacciones, sin tener que llegar a situaciones como las vividas el pasado viernes en Antequera, pero que lamentablemente casi todos los días pasan en un lugar de España, del mundo.
¿Esta sociedad de los móviles, de los viajes espaciales, de la pandemia, de la inmediatez, es mejor que la que no tenía whatsapp? O visto desde otra perspectiva: si ésta es así, ¿cómo es la que está por venir?
¿Cómo era nuestro día a día hace diez años? ¿Cómo lo será dentro de diez? Los padres que tanto miman a sus niños al nacer, tendrán, tienen, tenemos que esforzarnos más en alimentarles, en educarles, en enseñarles, en ayudarles… Los hijos que crecen tendrán que no olvidarlo y responderles con el mismo cariño y atención que recibieron cuando sus padres tengan las limitaciones de la edad.
De todos depende la sociedad que estamos construyendo, no sólo para nuestros hijos, sino para nuestros nietos. Por más noticias como el número uno de Enfermería de España y porque no vuelvan a padecerse situaciones como la vivida en la calle de Humilladero de García Prieto.
Este fin de semana, los medios no estaremos en la zona, ni la gente mandará fotos, mensajes o vídeos… quedarán las familias marcadas para siempre. Y al final, el que pierde es el que se va, el que deja de vivir lo que tenía pode delante: toda una vida. Ojalá consigamos una sociedad mejor, más justa y llena de valores y de amor.
