En esta época previa a la Navidad, empiezan los mensajes de grandes empresas de administraciones públicas y entidades financieras, entre otras, que desean lo mejor para vivir unas “Felices Fiestas” y un “Próspero Año Nuevo”.
Un bombardeo de mensajes positivos que contrastan con el día a día de sus servicios.Nos viene a la mente casos como los abuelos que se dirigen a un banco, entidad de mensajería o administración pública, y ya no hay una persona que les atienda, como debe ser, sino que o aprende a utilizar las máquinas, o no puede hacer la gestión.
Pero por suerte para ellos, surge ese “ángel” (no de la entidad en cuestión) que es la persona que espera antes o después de ellos y le ayuda a completar el formulario.No entendemos esta redistribución de los puestos de atención al cliente.
Si se pide crear empleo, ¿no se está destruyendo quitando este servicio? Porque suponemos que el personal que antes lo hacía, tendrá otras funciones.Al hilo de este problema diario, nos viene al caso los servicios de atención telefónica.
Pese a la ley de protección de datos y toda normativa que queda muy bien, cualquiera te puede llamar o mandar un mensaje en segundos. Pero, ¿y cuándo los necesitas? Ya no hay operador que te atienda, tienes que marcar un número o hablarle para que te reconozca la voz, y si no te entiende, termina la llamada; y si tienes suerte de seguir, al menos de 10 a 25 minutos esperando.
Y luego, para que te vuelvan a pedir los datos personales que ya has tecleado con anterioridad.Será que nos estaremos haciendo mayores (101 años ya en estas páginas), pero creemos que nuestra sociedad está deshumanizando el trato personal. No hay nada como una sonrisa, una buena palabra, ante la persona que busca ayuda. Aunque es cierto que a veces nos podemos equivocar y pagar con la persona que no tiene culpa.
Para estas fiestas, como se dice ahora, ya tenemos el segundo regalo a pedir, después de tener buena salud y seguir vivos: atención. Amabilidad a la persona que recurre para que se le solucione un problema. Atención para quien no pudo tener los estudios de los jóvenes, le flaquea la memoria o los años le fallan para mandar una carta, dinero al hijo, o simplemente para que le mejoren sus servicios que paga.
En estas semanas donde la generosidad será tan constante, algo de ella para el resto del año en la atención al cliente.Y para todos en general, aunque el dinero es parte fundamental en nuestro día a día… parar por un momento, respirar y pensar que con estar vivos, somos los más afortunados del mundo.
Que luego vienen los achaques y enfermedades, y esas no hace falta entender un ordenador, marcar el “1” o hacer esperar 20 minutos por teléfono. Vienen sin avisar.Que en este ecuador de diciembre, valoremos lo que tenemos: la vida; y que seamos felices atendiendo a los demás.
Y a las empresas que cada vez manejan más dinero, que sepan que empezaron de cero y que gracias a los que un mes no pueden afrontar un pago, no entienden el ordenador o el móvil… ellos han llegado a lo más alto.