Los tiempos están cambiando. Hasta hace pocos años, se miraba en el santoral la festividad del santo del día… y así aprovechábamos para felicitar a esa persona tan querida, especial, amiga o conocida.
Luego, llegó la agenda, la libretilla, para apuntarnos los santos y cumpleaños para mandarles una postal, un sms o más recientemente un whatsapp. Hoy Facebook nos recuerda qué día será el cumpleaños de nuestro amigo-conocido en la red social, por lo que ya no tenemos ni que acordarnos del día.
Al mismo tiempo, se ven las tendencias, por ejemplo en Twitter, del día internacional tal… y así estamos todo el año. Hay quienes lo celebran hasta lo máximo, o quienes creen que más que tenerlo en cuenta un solo día, se debería de considerar todo el año.
El jueves nos tocó con el Día de la Libertad de Prensa, un sector muy criticado, muy cuestionado, muy complicado, en el que pese a todo, es parte fundamental de una democracia: el poder informar y opinar libremente.
El problema radica en la libertad de los propios medios, de sus periodistas y de las supuestas nuevas fuentes oficiales, que cada día se van autoproclamando como la verdad absoluta, y si no lo compartes, caes en su organigrama de desprestigio y persecución. Hoy, no se opina, se insulta; y si no piensas lo mismo, eres todo lo contrario a lo que se defiende.
¿Qué es y cómo se puede conseguir la Libertad de Prensa? La base debe ser que las empresas periodísticas sean promovidas y dirigidas por profesionales, como lo son los médicos, los profesores, los policías, los limpiadores, los científicos o cualquier profesión en su ramo. Al igual que no se nos ocurre ir a un curandero en el siglo XXI, o a justiciero de las calles.
Lo segundo, tener órganos que velen por su trabajo, ya sea el colegio profesional, las asociaciones de la prensa y las administraciones de justicia, que velen por el derecho fundamental de la libertad de prensa. Lo tercero, su credibilidad, para lo que debe se protegerse de las presiones que hoy puede recibir un medio: las políticas y las económicas, y que el periodista pueda ser libre.
Preparando el Especial del Centenario, nos encontramos con ejemplares de la Dictadura donde aparecen las palabras “censurado” o pasado por “el censor”. Hoy, en pleno siglo XXI, ¿tenemos los medios la libertad o estamos sometidos a una censura? La libertad existe, sin duda, pero sorteando a veces la nueva censura, ya sea con las presiones o con no cogerte el teléfono para contrastar noticias o dejándote fuera de las campañas institucionales.
Y la económica, de la que hay una respuesta básica: las suscripciones de los lectores garantizan una libertad del medio y la no dependencia de grandes marcas. Pero hay un gran enemigo de la libertad de prensa: los “falsos medios”. Las redes sociales partidistas, los copia y pega y los intereses encubiertos. Me quedo con una frase de una serie de periodistas: “Twitter no certifica la defunción de una persona, lo hace un médico”; lo mismo diría en nuestro gremio. “Las redes, ruedas de prensas o comunicados no son noticias, son opiniones”; busque el trabajo propio y exija que mejoren día a día para elegir libremente el medio que cree más libre y dispuesto a hacer Periodismo.