Toda pérdida es dolorosa. El fallecimiento de un ser querido es algo que marca nuestras vidas. Dentro de ellas, están además las personas que dejan huella en una ciudad. Esta semana hay dos ejemplos en Antequera: Carmen Acedo y Rosario Madrona.
Fue duro enterarse de la pérdida de Carmen Acedo. Y más por su cercanía y lucha que siempre llevó contra el cáncer. Con 48 años nos deja una mujer llena de vida, de ilusión, con una sonrisa que la llevaba a hacerse notar por cualquier sitio que estuviera. Indescriptibles las muestras de pésame y despedida.
Al día siguiente, otra pérdida destacada, la de Rosario Madrona (Rosalía oficialmente, lo que muestra cómo a algunas personas se les conocen por un nombre y luego es otro el que tienen). Una mujer que lo fue todo en la segunda mitad del siglo XX, al frente del Madrona en la calle Calzada. Pocas personas que nos visitaban no se dejaban llevar por probar su cocina en cuyo lugar hoy lo sigue desarrollando Charo Carmona.
El Ayuntamiento la nombró Regidora y su cariño se extendió a sus hijos, muy conocidos y queridos en la ciudad. Viuda del también recordado Manuel Romero, supo sacar adelante a su familia, su negocio y… sus premios taurinos.
Estas dos sentidas pérdidas nos llevan a reflexionar de nuevo en lo importante que sería para la ciudad recordar a quienes dieron tanto por la ciudad, al estilo, por ejemplo, de los azulejos dedicados en recuerdo de Juan Manuel Moreno, Puri Campos o Manuel Varo Sánchez-Garrido, o colocar una placa en un banco, plantar un árbol, o el nombre de una calle, plaza o edificio.
A los monumentos y efemérides, daría vida pasear y conocer la casa donde nació José María Fernández, el lugar donde Kiti Mánver interpretó alguna obra de teatro, el estudio de pintura de Cristóbal Toral, o dónde falleció Madre Carmen. Pero también dónde tuvo Rosario Madrona su bar, o la casa donde nació Carmen Acedo o el lugar donde trabajó Jerónimo Hijano.
Son tantos que haría falta establecer unas pautas para inmortalizar el recuerdo de quienes nos dejan. La ciudad lloró la pérdida de Carmen Acedo y al día siguiente nos dejaba Rosario Madrona.
Viendo la iniciativa del parque de árboles con nombre de mujer, la ciudad podría establecer algunos criterios para dejar referencias, nombres o alusiones a personajes del ayer, del hoy y del mañana.
De Carmen le hemos dedicado una página y era muy conocida por las redes sociales; de Rosario, por el cierre de esta edición, la recordaremos en nuestro próximo periódico. Rosario representa a esos mayores que tras toda una vida activa, ha pasado los últimos años en casa, con su familia, sin la notoriedad de cuando estaba en su bar o participan en actividades sociales. Por eso siempre es importante tener presentes a nuestros mayores.
Ojalá no hubiera que lamentar estas pérdidas, pero son inevitables. Sería buena la ocasión para establecer algunos mecanismos a la hora del fallecimiento de personas conocidas, queridas y que lo dieron todo en vida.
Sería dejar constancia de lo que aportaron para hacer crecer esta ciudad, tan rica en historia y patrimonio, pero que cuando pasan dos o tres generaciones, se olvidan esas personas de bien que se entregaron en cuerpo y alma, pero su muerte les llevó al olvido.
No es la primera vez que se expone una sugerencia parecida y estamos seguros que si no se está pensando ya, se tendrá en cuenta cuando se pueda.