Por segundo año no se vivió alguna noche fresca de la Real Feria de Agosto, donde se tuviera que acudir a una rebeca por la leve brisa que se sintiera de madrugada en el real. Fue una fuerte tormenta la que anunció que el verano se acaba y con él, empieza el curso escolar.
Antes de dejar la tormenta, no recordamos unos granizos tan grandes (entre 2 y 4 centímetros de diámetro según la Agencia Estatal de Meteorología) que cayeron en la tarde del primer día de septiembre donde se registraron 15 litros por metro, según datos de Protección Civil.
El Ayuntamiento activó el Plan de Emergencia y comprobamos cómo tanto los coches patrulla de la Policía como servicios municipales no pararon de recorrer las calles en busca de los daños producidos por los toscos granizos.
Un momento más que evidencia la carencia de disponer en el centro del servicio de Urgencias (que tras once años se está corrigiendo en el antiguo Ambulatorio) y de bomberos, que se anuncia iniciar en breve en Parque Verónica.
A veces una tormenta lleva a la sorpresa de los más pequeños y la alegría de los más mayores, que ven cómo una lluvia viene bien para regar los campos y purificar el aire. Pero los quince minutos de granizo dieron miedo, ya que producían daños al caer sobre las personas y qué decir a coches, fachadas y toldos.
Por otro lado, esta tormenta de verano, por llamarla de alguna forma, marca el final del verano y el inicio del curso escolar.
Desde el mismo día de la tormenta, los centros educativos trabajan de nuevo la cien por cien para el inicio del curso este viernes 10 de septiembre. Además de los sanitarios, el esfuerzo de los profesores ha sido de lo más destacado en lo que va de pandemia.
Pasamos del “en quince días vuelven a casa” al “es el lugar más seguro donde podían estar los niños”. A pesar de todo, las comunidades educativas siguen esperando respuesta de las demandas de espacios (el Romero Robledo acoge de buen agrado el patio anexo y nueva entrada) y de usos (qué decir del Reina Sofía y su Educación Especial).
Pero sobre todo de personal y recursos para su oferta. Además del problema de matriculación en Infantil, cada año hay más alumnos que se quedan fuera en los institutos, al despertarse el interés por su docencia y ciclos formativos que son uno de los reclamos para los pueblos de la Comarca.
En este tercer curso de la pandemia, seguimos a la espera de un estudio con soluciones a corto, medio y largo plazo, para conseguir que vayan de la mano: libertad de centro, de enseñanza y espacios adecuados para lo que se busca.
Que no tenga que venir una pandemia como ha pasado en centros de salud y hospitales, para que se invierta en Educación. Centros como Romero Robledo o Los Colegiales, precisan de más espacio, así como la mayoría de unidades escolares de medios para la integración y de más personal.
Que este virus haya servido para algo y quizá el profesor de apoyo COVID se tendría que haber quedado para siempre en pro de mejorar la capacidad educativa de los centros.
