A lo mejor hay que tomar nota de lo que ha pasado en Grecia, donde dieron el voto a un partido que prometía subir pensiones y sueldos, bajar impuestos, mejorar sanidad y educación, decirle a Europa que espere… Todo ideal, porque a ver quién no quiere una cosa así, y los griegos creyeron que eso era posible y les votaron por encima de otras opciones más realistas que no podían ofrecer cosas que sabían que serían imposibles de cumplir.
Bueno, pues el nuevo presidente griego ya ha tenido que pedir disculpas a todos los griegos, porque muchas de esas cosas prometidas, se vieron frenadas por Europa y por la lógica: si Grecia recibe un “rescate”, ese dinero era de los demás europeos, que no se lo “dieron”, sino que lo “prestaron” con el compromiso de su devolución y el nuevo presidente se encontró con algo que no había previsto: para llevar a la práctica todo lo prometido hace falta mucho dinero, y hay que cumplir con Europa. Se habló de “salir del euro” pero eso es utópico, así que otra promesa imposible, pues cuando tras diversas entrevistas con los altos mandatarios europeos éstos expusieron la situación real, no la que preveía el presidente griego, éste se dio cuenta de que era imposible lo prometido. Pidió disculpas a quienes creyeron en sus promesas… pero ¿devolverá ahora los votos que le dieron? ¿Repetirá elecciones ganadas a base de imposibles? Muchos griegos se arrepienten, ahora, de haber creído cosas deseables, ideales, pero basadas en deseos ilusos más que en realidades alcanzables.
La cosa viene bien, ante tanta promesa como se escucha aquí estos días, en vísperas de elecciones. Promesas de cosas muy parecidas, que todos querrían, que hay quien se cree que son posibles, y que igual no se han enterado del “caso griego”. Pero hay más: en el debate sobre el estado de la Nación de la semana pasada –imperdonable el jueguecito de la señora Villalobos, mujer ya curtidas en estas cosas, mientras su presidente hablaba— se reprochó al señor Rajoy cosas que no se habían cumplido de su programa electoral. ¿Cómo no cayó nadie en reconocer que la culpa la tenían correligionarios de algunos de los que protestaban o reclamaban cosas que no se pudieron hacer porque no había dinero, y además se había ocultado por los últimos gobernantes anteriores el caos económico?
Cada cual debe votar según sus creencias, sus afinidades o sus simpatías, pero hay que informarse, en las regionales, locales y nacionales, de las causas y no sólo de los efectos que no nos gustan; saber de sus responsables, que son los primeros enemigos que van a tener quienes con toda la ilusión del mundo, con legítimos deseos de trabajar por su región, por su ciudad, entran en las campañas, como amnésicos, en situaciones que no se merecen pero que son la primera causa de que no se cumplieran muchas exigencias… Y caer en que lo que se reclama aquí, no se hace en Sevilla, sin ir más lejos.