Parece ser que a las obras de nuestra provincia no le afecta la medida, pero en otras muchas, sí: el otro día, el ministro de Fomento, con gesto compungido, anunciaba que, por los recortes, se iban a paralizar un montón de obras en varios puntos de España. Vale. No se gasta dinero. Pero la medida tiene unas consecuencias de la mayor gravedad. O al menos, eso entendemos, porque si se dejan de hacer obras, se deja de crear empleo. O se destruye, con lo que el paro, esa cifra terrible que cae sobre la cabeza de nuestros políticos, aumentará. La solución, las subvenciones pertinentes, pero éstas, además de tener fecha de caducidad, van a frenar el consumo, las compras y todo eso… ¿O no? Además de que va a dejar mucho cemento, o mucho asfalto, o muchas máquinas paradas.
Si entendiéramos algo de esto, diríamos que no es parar las obras la solución, sino lo contrario; que la solución está en crear obras –sin que haya «aprovechados», que por desgracia no paran de salir en casi todos sitios– que generen puestos de trabajo, compra de materiales desde los mencionados cementos a los asfaltos, a los hierros, etcétera; las obras animarán el movimiento de maquinaria especializada, y, encima se solucionan problemas. No hay que ser Pitágoras, para deducir que de todo lo que acabamos de mencionar, además de los puestos de trabajo, de la adquisición de materiales y eso, genera otra cosa: pago de los seguros sociales, satisfacción de los impuestos habituales, trabajo para los transportistas de todo tipo…
O sea que, si no estamos equivocados, frenar las obras, ahorra dinero, sí, pero crea más paro, paraliza ventas, y disminuye las compras; por el contrario, crear o mantener obras, cuesta dinero, pero éste se recupera con el ahorro de los subsidios que se pagan a los que sufren la lacra del paro que arruina familias y deja a muchas en la calle al no poder pagar las hipotecas, con el aumento en los cobros de la Seguridad Social y de los impuestos pertinentes. ¿Y cómo obtener dinero? Pues acudiendo a quien lo tiene, que no es otro mundo que el de la Banca.
Es noticia estos días, que en Málaga, cada día se embargan cuatro viviendas, y que con unas cosas y otras los bancos se están convirtiendo en enormes inmobiliarias que no saben qué hacer con tanto piso, tanta casa, tanto chalet. ¿No podría recurrirse a ellos convenciéndoles de que si la gente deja perder sus pisos, casas y chalets no es por gusto, porque además de quedarse sin vivienda, pierden lo que tengan pagado, y que si tuvieran dinero, trabajando en lugar de estar en el paro, la gente podría cumplir como lo ha hecho siempre?
¿Sería una barbaridad que los ministros afectados por la cuestión, se reunieran con la gran banca, les expusieran la situación que de sobra conocerán, para buscar entre todos la solución que apuntamos o la que sea mejor? No sabemos. Lo que sí sabemos, es que es peor subvencionar el paro, que invertir en trabajo. Y eso lo sabe todo el mundo. O casi.
