La Historia que conocemos hoy en día es fruto de la que investigadores, historiadores y cronistas han escrito a lo largo de los siglos y nos ha llegado a nosotros.
La antequerana Margarita Sánchez lleva años exponiendo que en ese paso de siglos, hombres han obviado en repetidas ocasiones a mujeres, lo que hace difícil ver a una de ellas en el pasado histórico, en relación a la cantidad de nombres de varones que sí surgen.
En el Centenario, Lorena Sánchez destacó las figuras de Isabel López Torres y su hija, Mary Pepa Muñoz, como otras dos mujeres que por su condición, una tuvo que escribir con pseudónimo en estas páginas y la otra pudo haber sido directora, pero no lo fue. Eran otros tiempos.
Todo ello nos lleva a dilucidar la cantidad de historias que pueden hoy contemplarse de otra forma o el número de personajes anónimos que no son conocidos porque o no interesó o no se dio con ellos para perpetuarlos en la historia.
Nos viene esto al día por la noticia destacada de esta semana. El Museo de Antequera expone en un principio por seis meses, la obra de “Santa Bárbara” de Juan de Pareja, uno de los pintores más destacados que ha dado Antequera.
Hace unos años publicábamos un artículo refiriéndonos a su figura desconocida cuando visitábamos El Prado y recogíamos la presencia de Antequera en el museo referente de la pintura. Así, la Santa Eufemia de Zurbarán, la Toma de Antequera, el Infante don Fernando o una pintura de Juan de Pareja estaban entre ellos.
El año pasado, Nueva York fue quien sacó a relucir la figura del pintor, eclipsado por el taller de Velázquez y por su condición de esclavo y afrohispano. Ahora, entra a su tierra, cuatro siglos después como un pintor aún desconocido, pero de gran renombre.
Nació en Antequera en 1608 y bien pudo ser porque sus padres tenían rasgos del norte de África o que su tez era morena como la de muchas regiones del país. Lo que sí se expone es que era esclavo, como lo eran muchos estamentos de la sociedad de aquel siglo XVII.
El genio de la pintura Velázquez lo suma a su casa, ya sea como esclavo o porque conociera sus facilidades como pintura que le podrían ayudar como así lo hizo. Lo que es evidente que además de servirle en casa, lo haría en el taller, preparando la pintura, los lienzos, las tablas, incluso ayudándole en sus tareas.
Pareja pasó de Antequera a Sevilla donde en 1630 Velázquez pidió permiso para trasladarse con él a Madrid para continuar sus estudios de pintura. Es en Madrid donde Velázquez pide a Pareja que firme varios acuerdos y poderes sobre obras o testamentos, lo que evidencia su confianza con él más que la de un amo y un esclavo.
Pero el momento más conocido entre ambos fue en un viaje a Roma junto entre 1649 y 1651 cuando Velázquez presenta el retrato de Pareja (que hoy se expone en el Metropolitan Museum de Nueva York) que fue expuesto en el pórtico del Panteón tras el ingreso del pintor en la Academia dei Virtuosi. En ese mismo tiempo, Velázquez firmó la carta de liberación de Pareja.
Desde entonces, comenzaría su vida como artista con derecho a firma, entre cuyas obras está la presentada esta semana en Antequera. Juan de Pareja entra cuatro siglos después por la puerta grande le museo de la tierra que le vio nacer. Ahora falta que se investigue más sobre él y que lo conozcan sus paisanos.