Nada. No hay solución posible. Nuestros actuales representantes políticos no van a solucionar el problema. Seguimos con el blanco y el negro, el sí y el no, el estás conmigo o contra mí. Ahora son las Catalanas y las Europeas. Luego vendrán otras.
Hoy ya no hay presidentes, ni diputados, ni parlamentarios. Hoy la bandera es la del poder, la de tu partido y los intereses. Ya no hay ideales, ni valores, hay ansias de estar y poder.
Hay tres reacciones al amago de dimisión del presidente del Gobierno Pedro Sánchez.
Los que están con él, los que vuelven a apoyarle (como hicieran antes, aunque estuvieran previamente con otros candidatos dependiendo del mapa). Los que se han manifestado o posicionado a su favor. Los que ya les respaldaban.
Luego están los del otro lado. Contra los que supuestamente iba su jugada. Pero creemos que se habrán envenenado más y si antes lo tenían como adversario, ahora irán con más contra él y su alrededor.
Y en tercer lugar, a los que ya no les va ni les viene, porque hace tiempo que se alejaron de esta forma de vivir la política de hoy. Son los que se despiertan y acuestan con sus problemas. Los que no tienen tiempo de ver las redes sociales ni seguir los cambios de parecer. Quienes esperan que un día, se movilice la sociedad para los problemas del día a día: sanidad, educación, cultura, vivienda, trabajo, salud mental y mayores.
Por otro lado, está también la natalidad. No nacen niños. ¿Seremos conscientes de lo que significará? No habrá colchón para respaldar las pensiones, los médicos y las residencias que cada vez se necesitarán más.
Por ello confiamos en los jóvenes, en toda esa generación que tendrá que parar, reconocer y actuar para corregir los errores de la sociedad actual. Hay una falta de respeto a las personas, a las instituciones, a las organizaciones que no se puede esperar algo mejor.
Puede que hoy ya no se tenga en cuenta el cargo que se desempeña, la posición, la persona, la trayectoria, porque hoy vamos navegando hacia un mundo donde eres lo que tus próximos te reconocen o dicen porque le simpatices más o menos. Y ya no lo eres por la honestidad, el trabajo o el sacrificio.
Hoy no se tiene en cuenta en muchas ocasiones, los valores, la forma de ser, los años, la experiencia, lo que haces o dices. Hoy tendemos a ser palmeros, a aplaudir a dar paso al que no nos puede hacer sombra y poner la zancadilla al que puede que tenga mayor capacidad o sea más adecuado para desempeñar o estar en un lugar.
El día que un presidente del Gobierno, de una comunidad autónoma o cualquier cargo de colectivos o amistad, vuelva a ser respetado, será el día en el que la juventud haya dado un vuelco a lo que hoy vivimos.
Otra sociedad es mejor y es posible. Pero notamos que falta comunicación, empatía, querer encontrar lo que nos une, lo positivo, lo que cada uno pueda aportar. Al final, por muy bueno que sea uno, si no tiene un equipo y una afición detrás, de nada le servirá.
Confiemos en recuperar lo perdido y mantener lo conseguido. Ese día será cuando se pueda celebrar que la sociedad se impuso al egoísmo de querer ser siempre el centro de atención, sea o no tu momento. Lo vivido estos días por el presidente del Gobierno lo tenemos todos los días en cualquier escenario de nuestras vidas. Confiemos en los jóvenes de edad y de espíritu. Aún es posible.
