Su Majestad El Rey dirige una carta a TODOS los españoles, que no tiene desperdicio en torno a la situación actual, a los deseos de independencia y otras inconveniencias.
La Casa Real ha modernizado su página web, medio para estar en permanente contacto con todos los españoles. En su primera edición, S. M. El Rey, dirigía a los españoles una carta, cuyo texto íntegro, es el siguiente: «No soy el primero y con seguridad no seré el último entre los españoles que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales. La primera es que sólo superaremos las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido. La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva. Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos».
La Carta, no puede ser más oportuna, ni más clara, ni más contundente, pues alude al momento de crisis económica, pero advierte otras crisis que pueden empeorar la situación, como las amenazas-pataleo de algunos catalanes –por fortuna no todos piensan igual, ni mucho menos, comenzando por su tejido industrial-económico– que como el Gobierno esta vez no les da la «pasta» que piden, amenazan con lo de siempre, sin tener en cuenta que todos los gobernantes catalanes, al hacerse cargo de sus puestos, juraban-prometían acatar la Constitución, en la que queda clara la indestructible unidad de España.
Al Rey, que recuerda implícitamente este hecho, no se le escapa nada, incide en que la solución pasa por lo que sabemos: que hay que estar unidos para salir de esta situación, que hay que olvidarse de dividir y «perseguir quimeras», para primero buscar, y luego lograr, salir de la situación que preocupa mucho más a los españoles, que los traidores deseos de independencia –que no interesa a nadie, pero antes que nada a los propios catalanes, según proclaman, los primeros, algunos expertos, sin el acaloramiento de sus primeros políticos actuales– y otros temas que añaden preocupaciones a la situación actual, ya cargadita con las de materia económica.