La situación de España, sus regiones-autonomías, ciudades, debe preocuparnos a todos, porque hay muchas cosas en juego y muchas personas que pueden perjudicarse o beneficiarse, tantas personas que podemos decir nos afectan a todos.
El sistema actual, está basado en una antigua ley griega y romana, del “un hombre, un voto” (en aquellos tiempos no votaban las mujeres, a las que hoy hay que incluir entre los votantes, como es lógico y natural), pero en aquellos tiempos, un voto no entrañaba lo que hoy.
Llegar al cargo de político, exigía una serie de conocimientos, de capacidades preparadas tan grandes, que eran muy escasos los candidatos y desde luego preparados para discutir en los Senados o defender las fronteras, o hacer conquistas, o conducir la vida de sus países por la senda de los más grandes. Ese sistema, tuvo sus altos y sus bajos y, como no habrá que decir, en esos países “padres de la Democracia” las cosas no terminaron precisamente bien, pero nos quedamos con lo que aportaron a la Humanidad en esa materia de la Política, como en la Escultura, la Pintura, las grandes construcciones, orgullo del mundo actual.
Hoy, escogimos el sistema como el más adecuado, como el mejor… siempre que se cumplan una serie de requisitos. Nos explicamos. Cada votante, ¿sabe lo que vota?, ¿nos podría usted decir el candidato número 8 de la lista que votó en las pasadas elecciones?, ¿conoce a todos los que le piden el voto?, ¿sabe lo que van a hacer con él, con su voto?, ¿buscan lo mejor para su ciudad, su región, España? Pero lo mejor para todos, no para quienes se procuran un buen sillón en los próximos años; lo mejor para Antequera, para Málaga, para Andalucía, para España.
Ahí está la clave, en lo mejor para todos. Vamos, que no vale nada reprochar lo que hacen o dejaron de hacer otros, sino lo que harán o podrá hacer los demás, los que usted va a votar. Por eso, exigir en cada uno de quienes nos piden un voto, una formación adecuada, un amor a la tierra, una preparación para mejorarla, unos medios adecuados para ello, unas relaciones que hagan que “tenga peso” suficiente, para hacer que las administraciones superiores nos den lo que es nuestro, para que comprendan dónde está su tierra y no paren hasta situarla en el sitio que merece. ¿Considera usted que esa cara que le pide el voto desde cualquier cartel o anuncio está capacitada para ello, que es capaz de cumplir lo que promete, que lo ha demostrado en ésta o en otras actividades profesionales como para ahora aplicar esos conocimientos y capacidades en beneficio de la ciudad?
Nadie duda de la buena voluntad de quienes dan el paso de ofrecerse, con su entusiasmo, a trabajar por la ciudad. Ni de los buenos proyectos que tendrán en mente para catapultar nuestra tierra…
Pero eso no basta. ¡Cuántas buenas ilusiones, cuántos buenos proyectos, cuántas buenas voluntades que luego se estrellan con dos figuras municipales: el secretario que dice si se puede hacer, el interventor que dice si hay dinero para ello! ¿Valora usted eso a la hora de votar?
