Curioseando en algunos libros de texto que se estudian en las escuelas españolas, nos encontramos con dos casos que ya de por sí, reclaman la Reforma de la Educación. En los libros catalanes, se estudia, textualmente, que «el Río Ebro es un río catalán, que nace fuera de Cataluña». En los de las escuelas vascas, se dice que «la Península Ibérica, está al sur de Euskalherría», o que el acontecimiento más importante de 1978 –año en que se aprobó la Constitución por inmensa mayoría de españoles–, fue «el Festival de Cine de San Sebastián». Y no digamos las omisiones más que lamentables, sobre Cristóbal Colón y los Reyes Católicos. Los resultados finales son la evaluación que de la formación de nuestros estudiantes hace Europa, que los sitúa los penúltimos de Europa. Pero no hay que ir tan lejos; aquí mismo, en España, el informe Pisa, revela que los estudiantes andaluces o canarios se encuentran un curso y medio por debajo de los de Madrid o Castilla-León. Ante estos dislates, consentidos, cuando no favorecidos por anteriores Gobiernos, es lógico que el actual medie y trate de frenar tanta imbecilidad, que sepan dónde nace el río Ebro, o que el referéndum de la Constitución fue un hecho histórico en 1978. Y que todos los estudiantes españoles, estudien lo mismo.
De inmediato han salido quienes parecen querer ese retraso de nuestros estudiantes, o que sigan ignorando tantas cosas de España, «su» país, el país «de todos», agarrándose a que esa Ley prevista, va en contra de las lenguas de determinadas regiones, mientras consienten que en esas mismas regiones, se trate de ignorar la lengua común de «todos» los españoles, creando una especie de torre de Babel, incomprensible de todas-todas. Lo que pretende la Ley llamada «de Wert», es que sea el Ministerio de Educación el único en fijar el cien por cien de lo que los niños españoles, los de todas las regiones, autonomías o comunidades, deben saber en las asignaturas de Lengua, Historia, Geografía, Matemáticas y Ciencias y, para garantizar que esto se cumpla, será el propio Ministerio el que se encargue de evaluar, al final de la ESO y del Bachillerato, lo estudiado y aprendido, las «reválidas» de 4º y 6º de nuestro bachillerato. ¡Aplausos! Porque estas medidas no van reñidas, ni contrapuestas, al hecho de que en los sitios donde haya otra lengua «co-oficial» con el castellano o español, que no «oficial» como quieren imponer algunos, se estudie también en esa lengua, igual que en los antiguos Bachilleratos estudiábamos seis o dos cursos, de francés, inglés, alemán o italiano. ¡Bienvenida sea esa Ley, que demuestra un poco de cordura en los responsables de la Educación Nacional!
En cuanto a la valoración de lo que llaman «Religión», incluso los más recalcitrantes reconocen que no se puede estudiar Arte, ni Filosofía, ni Ética, ni Moral, ignorando lo que en todas ellas tuvo que ver el cristianismo. Prueben a estudiar arte sin tener en cuenta los temas religiosos y ya nos dirán…