La vuelta al colegio, los cambios de temperatura o el olor a canela de las fábricas de mantecados, quedan eclipsados por la incertidumbre de qué pasará en Cataluña, si conseguirá ser independiente, si España paralizará su inquietud, o ver cómo reaccionará el pueblo y qué mecanismo habría para escuchar su deseo.
Quienes nacimos en la Transición, tenemos en los libros de Historia el día a día de las diferentes generaciones que han fraguado lo que somos hoy. Recordamos que cuando llegaba la Guerra Civil, la Dictadura o Franco, en muchas ocasiones no se llegaba a tratar. Quizá por ser un tema reciente que escuece a unos y a otros, dependiendo de qué parte estuvieron.
Hoy, viendo como está el panorama, nos atrevemos a preguntarnos: ¿cómo tratarán los libros de Historia lo que está pasando en España? O mejor dicho, cómo lo decidirán los políticos, quienes ya están en todo metido, lo que provoca este caos en el que no sabemos cómo terminaremos.
En el tema catalán se respira lo que hoy es la política: “mi verdad” es la “verdadera” y la tuya es “mentira” y haré todo lo que pueda por conseguir la mía y derribar la tuya.
Aunque el fondo es distinto, piensen cualquier tema de política local, provincial o autonómica… y desgraciadamente, todo dependerá de quién lo proponga y responderán según el color del partido que sea el que propone o responde.
Creemos que falta diálogo. Esa palabra que junto al consenso, siempre se ponen de ejemplo en lo que consiguieron en 1978 los considerados “padres” de la Constitución.
Imaginamos que Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo, Gregorio Peces-Barba, Jordi Solé Tura, Manuel Fraga Iribarne y Miquel Roca, por los diferentes partidos tuvieron que ceder sus empecinamientos partidistas y buscaron lo mejor para el conjunto: España.
Presumimos que estuvieron muchas horas sentados, llamando a unos y otros, pero no se les ocurrió aprovechar sus instituciones para presionar al otro y conseguir lo que querían a toda costa. El problema vino después, cuando para mantenerse en el poder, se concedieron competencias un gobierno y otro gobierno y otro, hasta que ya la independencia es lo que queda.
Falta mucho diálogo, y consenso, pero esta semana se ha desbordado el problema catalán. Se tuvo que solucionar antes, y parece demasiado tarde. Nadie quiere dar un paso atrás, y todos perderemos ante ello.
En un mundo cada vez más globalizado, donde viajas por calles con costumbres parecidas, parece que no tiene sentido el crear un nuevo país, cuando no tiene cabida lo que la ONU entiende que debe pasar para acceder a ello. Incertidumbre pues en la solución, porque el vaso está más que lleno, y ya no solo hay una gota que quepa más, sino que empieza a salpicar a todos.
Todo, en un mundo donde el político aprovecha sus redes mediáticas y donde protestan los que quieren imponer algo que parece que la mayoría no quiere, pero que ante su silencio, parece que es todo lo contrario.
Malos tiempos para el político, para el que pide su identidad y para el que la quiere conservar. Tanto se ha tensado la cuerda que Dios no quiera que haya altercados que lleven a males peores, la situación está muy complicada de solucionar porque en esta Democracia, parece que se olvidó el diálogo y el consenso…