No procede confundir Políticos con mayúscula con los políticos en minúscula. Son los primeros los que en ciudades y pueblos, creen en sus partidos, en sus ideales, y los defienden, los promocionan y los votan para llevarlos a lo que les prometen: velar por ellos, por una nación, una comunidad, una provincia mejor. Son esas buenas gentes que incluso discuten donde haga falta para defender lo que sienten propio, para apoyar a quienes llegan a cada sitio dándoles un abrazo, repartiendo una sonrisa, cuando ni les conocen, y cuando ven cómo funcionan sus “ídolos”, se niegan a creerlo, buscan un motivo, una excusa para justificar lo que todo el mundo –menos ellos— ven mal. Millones de ellos hay repartidos por toda España.
Políticos con mayúscula son los que una vez elegidos, cumplen lo que prometen, no miran nunca la hora ni el calendario, siguen yendo a cada pueblo a cada ciudad, para ver cómo van las cosas, para comprobar dónde tienen que actuar, qué tienen que urgir a sus gobiernos respectivos, para responder a la confianza que les depositaron sus votantes, al voto que les prestaron. No son muchos, pero los hay.
Luego están los políticos con minúscula, con diversas versiones: los que se olvidan enseguida del “Soy presidente de todos los…”; añadan ustedes el gentilicio que corresponda, andaluces, etcétera; los que establecen “clases”, los que distinguen entre pueblos y ciudades que les dieron el voto por mayoría o quienes no lo hicieron, y empiezan a actuar: a los “míos”, hay ayudas para todo, y planes; a los “otros”, ni agua, por muchos meses que lleven pidiéndolo, de manera que incluso sus propios partidarios, de P mayúscula, mueven la cabeza en señal de desaprobación “porque ni es justo, ni está bien, y además nos puede perjudicar”.
Pero hay otro grupo de políticos con minúscula: los que van a aprovecharse, a resolver unos años –a veces décadas— de sus vidas, con sueldos, beneficios y “extras” que ni podían soñar, mientras a quienes les votaron, les recortan sueldos, pensiones, servicios; les suben impuestos y en una palabra les estrujan para sacar fondos de los que nutrir a esos “pajarillos” que aguardan en los nidos de sus cargos con el pico abierto, pidiendo más y más. El último caso que escuchamos: dos ex altos cargos, que ni en sueños se veían en tales puestos, cobrarán, según denuncia “El Mundo”, cien mil euros de pensión durante dos años, o lo que es igual 137 euros diarios, más de 4.100 euros al mes. Sólo por dejar el cargo, al acabarse un pacto que les daba un sillón en el Gobierno.
Mientras, se ofrecen contratos para parados de larga duración, por tres horas o tres horas y pico diarias, con un sueldo de 1.000 euros al mes. Les ahorramos la cuenta: 33,33 euros diarios. Una simple comparación nos presenta alguna diferencia ¿no?
Aplaudimos a quienes casi se olvidan de sus familias, para servir a sus vecinos todos; que dejan sus trabajos y perciben unos emolumentos más bajos, dando ejemplo de que ellos también sufren “recortes”.
¿Se notan las mayúsculas y las minúsculas?