En la declaración de la Renta que tenemos que hacer en estos días, se nos invita a destinar el 0,7 por ciento, a alguna obra social o a la Iglesia, como si la Iglesia no fuera una Obra Social. Los cristianos debemos tenerlo claro: ¿lo destinamos a ciertos colectivos, la cría del papagayo y tantas dudosas organizaciones… cuando menos «raritas» o lo destinamos a la Iglesia?
Convendría que, si no lo tenemos meridianamente claro, lo destinemos, sin dudar, a la Iglesia, señalando la equis o la cruz en su correspondiente recuadro. Ya ha pasado tiempo, desde la época en que los convenios Iglesia-Estado, hacían que éste aportara a la Iglesia grandes cantidades de dinero, reducidas hoy literalmente a CERO. Se arreglan iglesias, se restauran imágenes, pero no se hace porque son de la Iglesia, sino porque son Patrimonio Artístico y forman parte del atractivo cultural-monumental para atraer al Turismo nacional o extranjero que recorre o viene a España. Ese Turismo extranjero que, a veces, llega ignorante de lo que en materia artística-cultural constituye un Patrimonio singular, mientras nos señalan como el paraíso para emborracharse libremente, como ocurre en localidades catalanas.
Pero, con ser eso importante, no es el motivo por el que debamos poner nuestra equis o nuestra cruz en el recuadro de «Iglesia», sino para algo que nos debe conmover el alma: ¿quién va a ir personalmente a los países subdesarrollados, donde mueren los niños a miles por falta de vacunas, de alimentos, por falta de algo tan despreciado en nuestro mundo occidental como es el agua? ¿Quién a dedicar su vida, en cuerpo y alma, a irse a vivir a lugares inhóspitos, que padecen sequías, epidemias, hambruna, a dar su propia vida, a dedicarla a enseñar a curarse, a cultivar la tierra, a educar en lo más elemental a mujeres, hombres y niños? ¿Quién se va a encargar de llevar lo mínimo siquiera a los niños y mayores de esa zona desprotegida, que clama contra las injusticias del reparto de las riquezas del mundo que hacen que mientras aquí despilfarramos en cosméticos masculinos, por poner un ejemplo, allá no tengan una hogaza de pan, un vaso de agua, una vacuna contra lo más elemental, que anuncia métodos de adelgazamiento mientras allí mueren de hambre?
Pero vayámonos más cerca, a algo que nos puede afectar a nosotros mismos de aquí a más o menos años: ¿quién nos va a cuidar, cuando seamos mayores, si no tenemos familia o nuestra familia nos abandona, en la forma que cuidan a los mayores, a los abandonados, a los sin familia o sin recursos, como lo hacen las Hermanitas de los Pobres u otras asociaciones religiosas? ¿Quién va a educar a nuestros hijos, a nuestros nietos, como lo hacen en los Centros religiosos, donde las enseñanzas y programas que se ofrecen en todos los centros docentes, se hacen además bajo los principios éticos y morales del Cristianismo?
Por eso, en su propio interés presente o futuro, si tiene alguna de esas dudas, por lo que más quiera, ponga la cruz en el recuadro «Iglesia» de su Declaración de la Renta. A usted no le va a costar nada y en cambio le puede beneficiar a tanta y tanta gente…