Los antequeranos, como el resto de españoles o una inmensa mayoría de ellos –no creemos que afecte la crisis a esos miles de seguidores de grandes equipos de fútbol que les acompañan a Bucarest o los que llenan las Plaza de Toros–, llevamos unos meses espantosos agobiados por las noticias sin imaginación de los telediarios e informativos, repitiendo lo de la crisis y datos como para entristecer los ánimos más predispuestos, o las protestas por lo que hace el Gobierno de políticos que lo menos que podían hacer es callarse, porque «estos lodos son el resultado de sus barros», que diríamos parafraseando el refrán.
En un lenguaje que parece escogido para que no se entienda, se nos habla de «agujeros de veinte mil millones de euros» que, para que nos hagamos una idea equivalen a 3.330.000.000.000 pesetas, cantidad que casi no se sabe leer. Es el caso que esos datos nos agobian, nos ponen de mala uva, y nos acaban por hundir, porque no hay quien se explique cómo el máximo de responsable de Cajas y Bancos, teniendo denuncias del mal hacer de los mismos, se callaba y no actuaba, lo que debería tener como mínimo el premio de una cárcel hasta que la cosa se arreglara, porque todos los años que fueran no compensarían el malestar que padecemos los españoles, en un caso más en que pagan «justos» (trabajadores, empresas, pensionistas, enfermos) por pecadores (granujas malos directores o responsables de bancos, cajas y políticos, de que se haya creado una espantosa división entre «ricos» y «pobres», considerando los primeros, a los que se habla de que sacan el dinero de España, lo cambian por oro por monedas «firmes» o lo guardan «bajo el ladrillo», en detrimento de quienes no hay forma de que lleguemos a final de mes).
Vale; todo eso es sabido… pero no es mala la ocasión para que hagamos un alto y ya que los «de arriba» no nos lo arreglan, empecemos por arreglarlo «desde abajo», con soluciones prácticas, más inmediatas, como la adoptada por el Ayuntamiento para pagar todas sus deudas a los proveedores, a pequeñas y medianas empresas, cuya excusa para no funcionar era bien simple: «no tenemos dinero». Pues ya lo tienen, así que debería notarse desde ya su actividad, como debería notarse en la compra o alquiler de nuevos pisos tras la sustanciosas «bajadas» de bancos y cajas han tenido que hacer en sus precios, obligados por las circunstancias.
Y en éstas llega la Feria de Primavera, más endeblita, sin toros y sin los miles de euros de entradas que se regalaban a los «más afortunados», pero Feria al fin y al cabo. Momento ideal para, con el «buen rollo» de estas Fiestas, tratar de unir lo que separamos cada mes, y hacer un frente común que propicie charlas amistosas en las que tratar de aportar soluciones con imaginación positiva, que ayude a salir, aunque sea parcialmente del follón en que nos metieron… quienes nos metieron. Olvidemos la crisis, gastemos menos, porque no hay más remedio, pero vamos a ver si cambiando de ambiente, cambiamos de sentimiento, surgen las ideas, mejoramos un poquito…
