Esta semana iniciamos desde este periódico, un resumen de lo que pasaba hace un año. Aconsejamos que lean la entrevista de la página 4 a la 7 y que cuando puedan, vean y escuchen la entrevista en vídeo en nuestro canal de YouTube y en Facebook.
Llevamos un año de dejarnos llevar por lo que nos dicen nuestros representantes políticos, con unas guerras sin sentido entre administraciones, que no llegamos a entender. Por no hablar de las cifras. ¿No se dan cuenta que las personas no son números y que si se oculta la realidad, perjudica más que beneficia?
Este editorial queremos dedicarlo al personal sanitario, a esas historias que viven cada día, que no salen en telediarios y reportajes, pero que pasan con más frecuencia de lo que creemos. No hay que estar en Wuhan, Madrid o Barcelona… también pasa en Antequera.
Volviendo a la entrevista con Óscar Ávalos, el feliz padre que una noche dejó a su hija recién nacida, a su pequeño mayor y a su mujer y volvió tres meses después tras poder salir de la lucha contra la COVID-19.
“No sé exactamente qué pasó, pero en 24 horas me puse mal para morirme y me bajaron a la UCI”, es lo único que recuerda de cuando comenzó su lucha en un inicio de marzo de hace un año cuando se desconocían las armas de este virus.
Recuerda entrar en Urgerncias “y… al levantarme que una enfermera me dijera que me habían cuidado durante dos meses. Y yo pensé: ¿cómo que dos meses?”.
“Cuando estás dormido son sueños, pero cuando empiezas a despertarte, porque es progresivo, mezclas esas alucinaciones con la realidad. Cuando escuchas algún sonido le das otro significado en tu mente. Tengo algún recuerdo de los enfermeros, de ponerme bocabajo…”.
Pudo superarlo, pero tiene sus secuelas y sufrimientos: “Estaba hecho añicos. Perdí 30 kilos. Me bajaron en una silla de ruedas. Hicieron una serie de carteles y cuando abrieron la puerta y vino corriendo mi hijo hacia mí para abrazarme… me vio así, se detuvo y miró a la mamá preguntando por la silla de ruedas. Y la pequeña es que no me conocía y se echaba hacia atrás como asustada”.
Su testimonio recoge lo que el personal sanitario hace siempre, pero más aún en esta guerra a la pandemia: “Si hoy estoy vivo y puedo disfrutar de mi familia y mis hijos pueden contar con un padre, es gracias a que ellos tuvieron ese valor”.
Nos emociona cuando lanza un mensaje a las familias que han perdido a un ser querido: “Que siento mucho lo que ha ocurrido y que esas medidas que se han tenido que tomar de no poder entrar han sido por motivos inevitables, muy dolorosas: un virus desconocido… Estoy seguro al 100 por 100, que esos profesionales, como me han cuidado y como me han tratado, lo hacen de la misma manera que me trataron a mí, así trataron a sus familiares. Los cuidaron e intentaron todo lo humanamente posible por salvarles la vida y que no deberían llevarse en su corazón de tener algún remordimiento o de tristeza de que no hicieron todo lo que se podía hacer, porque estoy seguro de que se hizo y estuvieron a su lado hasta el último momento”.
Una escena como la que pasó días atrás en la que nos comparten: “Estaba aguantando, era muy joven, le íbamos a dar tratamientos nuevos que estaban dando resultados, pero… no pudo ser, se nos fue. Nos vinimos todos abajo, incluso tirados en el suelo porque fue un palo muy grande”.
Nos alegramos que los índices bajen y que se espere intentar normalizar la situación. Pero no olviden respetar las indicaciones. 28 personas han muerto oficialmente por este virus en Antequera…