jueves 21 noviembre 2024
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Un fin de semana para valorar lo que se tenía

¡Estamos en Feria de Primavera! Seguimos con mascarillas, pero la vacunación permite ver el mañana con más optimismo que hace un año. Pasamos de la época en la que residencias eran un ir y venir de ambulancias y servicios funerarios y a que nuestros mayores puedan ir a la playa o a la función de enfermos del Señor. ¡Lo que ha cambiado el panorama!

 

Pero queda mucho por delante. Los mayores de 52 años, salvo excepciones, han pasado ya esta semana por la primera dosis y se espera que en las próximas se siga bajando la franja de edad. Mientras, las dudas de qué pasará con los menores y cuántas dosis y a qué edad hay que repetir a partir de septiembre.

El coronavirus ha venido para quedarse y, pese al optimismo por bajada de defunciones e ingresos en hospitales, los contagios se siguen produciendo. Las estadísticas tardan en llegar, pero hemos padecido una semana con conocimiento de muchos contagios, entre ellos en colegios, donde los jóvenes vuelven a ser el centro de miras.

Si el tiempo lo permite y se sigue la tónica del pasado año, pasaremos un plácido verano donde se abrirán las fronteras al Turismo, a viajar, a vivir lo que no se pudo en 2020. De nuevo las casas rurales son las más demandadas y las playas verán un aumento, con las restricciones de las concentraciones en hoteles.Las terrazas de la hostelería y los espacios al aire libre serán de nuevo la atracción para mitigar el verano.

Todo ante final de agosto y principios de septiembre donde habrá que ver la población vacunada y los contagios para esa época. Mientras, aguardan semanas de toma de decisiones. ¿El primer intento de procesión o feria para cuándo?

Nos jugamos mucho, bastante, pero este viernes nos decía un sanitario: ¿no íbamos a ser mejores tras la pandemia? Por trabajo salimos con el confinamiento para informar de lo que pasaba en la calle. Cuando se volvió a salir y comenzaron los colegios, buscamos aportar lo que ocurría en las aulas.

Eran tiempos donde nos encontrábamos con sanitarios, policías, trabajadores de supermercados, de puntos de prensa, voluntarios… que mostraban su preocupación por lo que se vivía, pero no se decía.

Hoy hablamos mucho de las vacunas (por cierto, ¿dónde están, cómo no se aumenta aún más la vacunación?), pero parece que hemos olvidado las muertes en soledad, la tragedia en residencias, los duelos imposibles, el año de pandemia.

Seguimos teniendo en falta una unión en este país, donde todos vayamos a una. El enemigo es el virus, no el político de turno, el de distinto color, o el que se equivoca. Todos tienen que tener el mismo fin: servir al ciudadano. Tan malo era no decir las muertes por COVID-19 como no informar que la ola sube.

Al final, pagarán los de siempre: los que se vayan y los que tengan que afrontar otra batalla del virus. Porque hasta que todos no estemos vacunados y se demuestre de su efectividad (¿inmunidad?), no podremos volver a ser lo que fuimos. Pero, ¿qué es lo que éramos? Quizá la falta de valores e identidad es una de las consecuencias de una sociedad donde nos creíamos invencibles y un virus lo cambió todo.

Por esa vacuna que puede ser la unión de todos por vivir más y mejor, por esas iniciativas de voluntarios y de personas anónimas que hicieron que este país siguiera vivo en los meses más duros vividos. ¡Seguimos creyendo!

 

 
 
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