La corrección a la baja de las previsiones del déficit español para este año, han sido corregidas por Europa que lo incrementa en más de un punto. Para los que no sabemos de la alta economía, eso equivale a que las cosas van a seguir mal, sin que se vea el final de este espantoso túnel heredado de anteriores gobiernos, tan duro y tan difícil que por muchos planes que están haciendo los responsables de Hacienda y Economía, «no salen las cuentas».
Es claro que, al tratarse de una situación «heredada», es muy difícil enderezar el rumbo, pero también lo es que las soluciones arbitradas hasta ahora –dicho claramente, bajar sueldos y pensiones, subir impuestos, dar dinero a los bancos para que se rehagan y no cumplan su promesa de contribuir a la creación de empleo prefiriendo sanear sus beneficios– no dan el resultado apetecido.
No es la primera vez que recordamos –los años nos hacen recordar experiencias pasadas– que allá por los años 60 España vivió una situación similar, nombrándose un Gobierno de tecnócratas, que es lo que debe ser un Gobierno, aparcando la Política a un lado por el tiempo que sea necesario, cuyas medidas fueron «congelar» sueldos y pensiones… pero también los precios. En dos años, la Economía se recuperó, los ánimos inversores de despabilaron y se produjo lo que muchos calificaron de «milagro», al coincidir con una importante ayuda llegada del exterior, pues los inversores extranjeros comprobaban las ganas de trabajar, el empeño de las autoridades y la meta de todos de «levantar la situación». Justo lo contrario que hoy, desgraciadamente, donde hay multinacionales que se llevan las fábricas a otros sitios, donde malos españoles sacan el dinero del país, donde los bancos no dan ayuda más que en el texto de tanto anuncio falso que promete unas ayudas que no hay quien alcance.
Y lo malo es que el Gobierno, en lugar de aplicarse a esta tarea, tiene que atender los frentes que le abren los independentistas –parece mentira pero es cierto que más de un centenar de pueblos y ciudades catalanas han proclamado una especie de «independencia»–, las peleas de jueces por llevar determinados casos, lo que da que pensar en la imparcialidad de la Justicia, mientras ya no nos escandalizamos de los continuos anuncios de implicaciones de partidos y políticos en tramas y corrupciones, cuyo resultado final es el robo del dinero destinado a cubrir las necesidades de los parados, dinero que se pierde en el camino mediante la fórmula de falsas facturas, de falsas compras, de falsos cursos, en una palabra, dinero que va a parar a cualquier sitio menos al que debería ir destinado.
Los grandes partidos están en el momento clave de aparcar sus diferencias y unir sus fuerzas para sanear sus «interioridades» y dedicarse a la tarea primordial de resolver la situación como Europa y muchos técnicos españoles no paran de señalar: hacer posible una situación en la que se generen puestos de trabajo, en la que se produzca, en la que se exporten nuestras producciones, en las que se haga lo contrario de ahora mismo: generar riqueza en lugar de destruirla.