Se hizo rogar, casi como la Magna, pero se consiguió. Quienes estuvieron en el Portichuelo que se pregunten si hay que esperar 100 años para vivir otro momento así.
La devoción estaba allí, la historia y la hermandad. Ahora hace falta buscar cómo encauzarla. Seguro que ambas cofradías buscarán cómo seguir ofreciendo esa unidad del Hijo y la Madre, de la Madre y el Hijo.